El callejón del gato

El insulto no es rentable

Pero a la derecha no le salieron las cuentas y el acuerdo suponen para España 140.000 millones de euros

Ya se dijo todo lo que se quiso decir para culpabilizar al Gobierno de la propagación de la epidemia. Voces hubo que arremetieron contra el presidente Pedro Sánchez, unas veces acusándolo de haber sido el causante de la aparición del covi-19 y otras criticando los métodos utilizados para combatirlo. Nunca se han visto en el Congreso de los Diputados tantas afrentas como las que han tenido que soportar los miembros del Gobierno durante el tiempo que duró el estado de alarma. Pablo Casado presidente del PP, principal partido de la oposición, batió el récord dedicando una retahíla insultos a Pedro Sánchez como hasta ahora no habíamos visto desde que se instaló la democracia en España. Los insultos son expresiones espontáneas que manan de los sentimientos y no de la razón. Una buena oposición requiere argumentos razonables que pueden atraer voluntades, lo cual no creo que hayan conseguido Pablo Casado y su equipo lanzando dardos envenenados cada vez que tenían la oportunidad de desahogar su aversión al Presidente. A pesar de los ataques persistentes y de las caceroladas contra la política llevada a cabo por el Gobierno, el estado de alarma dio sus frutos y no creo que el PP, utilizando la pandemia como estrategia para sus intereses, haya avanzado un paso hacia la conquista del poder. Más grave era lo que se respiraba en el ambiente mientras se estaba negociando el acuerdo de Europa sobre el fondo de reconstrucción. Cualquier intervención de los actuales dirigentes del PP apuntaba maneras de desear un fracaso estrepitoso en las negociaciones europeas que, en el caso de que se produjera, sería el naufragio de Pedro Sánchez. No se cortaban un pelo Pablo Casado criticando a nuestro Gobierno desde Madrid y el Grupo Popular en el Parlamento Europeo, a cuenta de las reformas estructurales, para alienarse con Holanda en perjuicio de España. Pero a la derecha no le salieron las cuentas y el acuerdo suponen para España 140.000 millones de euros de los cuales 72.700 millones serán transferencias que no habrá que devolver. Si todo hubiera sido un fracaso, no tengo la menor duda que toda la culpa se achacaría a Pedro Sánchez y hoy nos tendríamos que tapar los oídos si no queríamos que se nos inundaran de insultos contra su persona. Afortunadamente ha sido un acuerdo muy beneficioso para España que, si me permiten, no digo que todo haya sido obra de Pedro Sánchez, pero sí que, estando allí, algo habrá tenido que ver.

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