De Gobiernos e Ínsulas

gONZALO aLCOBA gUTIÉRREZ

Un yo íntegro y deshinbido

De ese ego desatado y feroz, de su expansión epidémica, sí tenemos la responsabilidad de librarnos

U NA de las características más llamativas de estos tiempos es la fortuna electoral y mediática que ha adquirido la idea de carecer de complejos. El o la líder experimentan una notabilísima extensión de sus expectativas políticas si logra convencer a su parroquia de que carece de esa molesta cortapisa, que inhibe sus elementales respuestas ante los estímulos. En ese caso, no solo logrará movilizar a su público habitual o predispuesto, sino que, ante la perpleja mirada de sus adversarios, probablemente, les robará una porcentaje importante de apoyos, seducidos, no tanto por sus proyectos, cuanto por su envidiable determinación.

No soy sociólogo, ni psicólogo, solo un modesto práctico del Derecho. Pero tengo la impresión de que este fenómeno tiene que ver con una suerte de insatisfacción demasiado generalizada en el propio yo de los individuos de que hablamos. Muchos no saben que el término "complejo", hoy vulgarizado, fue utilizado por primera vez por Freud, que le dio poco uso, pero sobre todo por Jung. El gran psicoanalista suizo comprendió bajo este término (Komplex, alemán) "un conjunto estructurado y activo de representaciones, pensamientos y recuerdos, en parte o en todo inconscientes, dotados de una fuerte carga afectiva" (según el Diccionario de psicología de Umberto Galimberti). La imposibilidad que, a veces, padece el "yo" íntimo de someter a estas formas autónomas de la psique ocasiona a menudo grandes disfunciones que, en ocasiones, llegamos a considerar enfermedades mentales pero, en otras, son el origen de desórdenes mucho más sutiles.

Una importante masa de melómanos (y algún o alguna política relevante) aplaudiendo a un artista virtuoso con el evidente ánimo de reivindicarlo frente a las denuncias por graves abusos sexuales dirigidas contra él; o un concejal madrileño manifiestamente apartado de una pancarta que clama contra el terrorismo machista, en uno de los días más tristes que hemos vivido, son la respuesta de algunos de esos "yoes" frente las tormentas psíquicas que les impiden ser ellos mismos. Y, aunque ustedes no lo creerían si no lo hubieran visto, es una respuesta masiva, que halla respaldo en grandes medios y en muchos votos. De ese ego desatado y feroz, de su expansión epidémica, sí tenemos la responsabilidad de librarnos. Y en esto deberíamos estar juntas/os; seamos de izquierdas o de derechas, porque el síndrome que le sigue es de sobra conocido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios