La tapia con sifón

El irresistible ascenso de la pota

Jurela, lecha o gallopedro han experimentado fortísimos aumentos de precio. Viene ya de antiguo

Al leer el titular alguien pensará que me he dedicado a visitar los chiringuitos de la feria del mediodía para comentar las mejores migas o la morcilla más grasienta, y que me he topado con las vomitonas que jalonan tan gastronómico evento. Pero no, me refiero al pariente pobre del calamar. Pobre hasta ahora, porque en un par de años ha doblado su precio. La pota blanca no tanto, pero la negra ya roza los diecisiete euros el kilo. Desde luego, su sabor es muy intenso y comunica a cualquier guiso un profundo aroma a marisco. Los pescadores lo han sabido desde siempre, pero el consumidor medio la apreciaba menos por su carne más delgada y menos firme que la del calamar. Si se echa al guiso al principio de la cocción queda muy blanda. Por eso, lo adecuado es freírla a fuego medio breves minutos, sacarla y hacer el sofrito en ese aceite; al final se añade la pota en rodajas o en trozos. El sabor está garantizado y la textura del bicho es mejor. Así hago también unas ricas lentejas con pota (y sofrito con muchas verduras) que conté aquí hace años.

El caso de la pota no es único: jurela, lecha o gallopedro han experimentado fortísimos aumentos de precio. Y no por la actual inflación, viene ya de antiguo. Un día, hacia 1980, Diego "El Payano" tenía en su puesto de la antigua Plaza un pescado que me resultó extraño; me dijo que era gallopedro y que los pescadores lo apreciaban mucho, tanto para frito o plancha como para caldos. Su precio era de 180 pesetas el kilo. Para que se hagan una idea, los salmonetes estaban en esas fechas alrededor de 800 pta/kg. Si la proporción se hubiera mantenido, el gallopedro estaría hoy a 5 o 6 euros/kg; o bien el salmonete a 120 euros/kg.

Más remembranzas: he reencontrado esta Feria a un viejo amigo con el que compartí innumerables trabajos y diversiones: Stephan Streifinger, quien ha estado "echando una mano" en el Torreluz, donde durante varios años dirigió todo el cotarro, desde el prestigioso restaurante Mediterráneo hasta las tapas y los banquetes. Antes, de 1991 a 2001, hizo de La Chumbera un hito gastronómico. Lo recuerdo para cerrar, porque fue el primero que recuperó la marraná para las tapas almerienses. La hacía con pulpo, como es tradicional, aunque hoy también se usa la pota (muy buena la de El Alcázar). Si la hacen, recuerden que tiene mucha menos cocción que el pulpo.

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