Los ismos no huelen

Es el independentismo catalán un movimiento excluyente y discriminatorio, con la democracia y los demócratas

Parafraseando a Vespasiano, quien hace dos mil años acuñó la expresión "pecunia non olet", me permito reflexionar sobre una idea: hoy en día la palabra tampoco huele, el "verbum" no importa de dónde viene, no se le hace ascos como al dinero, ni ofende, no hace respetar, porque poco valor se le da, o ninguno. Tanto es así que, a cualquier salida de tiesto intelectual, cualquier gesto o movimiento efímero que sea momentáneamente aplaudido por los medios de comunicación, aupado interesadamente, crean escuela y los aúpan a los altares del dogmatismo. Hablamos de esos movimientos en clave de "ismos", en enfoque político. Hagámoslo del "nacionalismo independentista", por contraposición a los nacionalistas que no lo son (de momento, el vasco, y otros que cuecen lentamente). Es el independentismo catalán un movimiento excluyente y discriminatorio, con la democracia y los demócratas, que amedranta la división de poderes por conveniencia. Conversemos también del socialismo "sanchista", verso libre desnortado, atado por voluntad propia con las garras del independentismo y el populismo izquierdista patrio, un socialismo del que el constitucionalismo duda, ese que fortaleció nuestra democracia y mejoró el país como ninguno, y del cual participa en fachada el socialismo "susanista", porque en esencia y contenido, parece desdibujarse y diluirse. Volviendo a los "izquierdismos", ese tutti frutti desconcertante donde los haya -fama ganada a pulso-, por su movimiento inestable y caducidad de acción, del que gusta beber últimamente el socialismo "sanchista" para mantener caliente las posaderas del poder. Destaca entre ellos el "podemismo", movimiento varado al bolchevismo radical y autoritario, neutralizador de corrientes internas, y propiciador de compadreos interesados con otros movimientos periféricos, como Marea, Colau o Compromís. Terminemos con los "constitucionalismos", pilar de nuestra democracia, del que ese nuevo izquierdismo rehusa, y en el que peligrosamente se tambalea el "podemismo". Lo hay de derechas, como el "casadismo" o también llamado "nuevo aznarismo", semblante joven a las ideas conservadoras de toda la vida. Está el "riverismo", vendedor de aire centrista y liberal, pero tachado de derecha amohecida. Y el antedicho "susanismo", rémora del "felipismo", pero sin González, o sea, sin modernidad, renovación y empatía social. Parece que nada huele.

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