La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

A la izquierda

Las primarias en Podemos reflejan y agravan la división de esa izquierda que se autocalifica como auténtica

La izquierda a la izquierda del PSOE avanza a pasos agigantados... hacia atrás. Esta semana Podemos ha celebrado primarias y ha lanzado en la Universidad de Otoño a sus candidatos para las elecciones municipales y autonómicas de mayo próximo. Solamente han participado 35.000 militantes, uno de cada cuatro inscritos en una organización que gobierna el país. Eso proporciona cierta idea del momento de desánimo y desmovilización que atraviesa. ¿Adónde fueron los viejos entusiasmos y apasionamientos? Se han ido deslizando por el sumidero de la decepción.

La celebración de primarias exclusivamente podemitas refleja, y a la vez agrava, la división de este espacio político. No se busca ir profundizando la convergencia y la unión con Izquierda Unida para fortalecerse. Se le dice todo lo contrario: nosotros ya tenemos nuestros candidatos, y ya si acaso negociaremos con vosotros unas listas conjuntas. Es lo que se hizo en Andalucía, pactar las candidaturas, los cargos parlamentarios, el reparto de asesores y dinero y hasta los tiempos de intervención. Del programa electoral hablaron poco.

Con el resultado conocido: Por Andalucía logró 284.688 votos en las autonómicas de junio (7,7% de los votos totales) y seis diputados. Los irredentos de Teresa Rodríguez, que mantuvieron el nombre Adelante Andalucía, 168.000 (4,6%) y tres escaños. Cuando ambas fuerzas caminaban juntas, en 2018, obtuvieron más del 16%. Y casi alcanzaron los 598.000 votantes que apoyaron hace treinta y seis años a Julio Anguita, con el mismo nicho electoral y sin tantas siglas detrás.

Tampoco ha esperado Podemos a la vicepresidenta Yolanda Díaz, la estrella aupada digitalmente por Pablo Iglesias para liderar un proyecto nuevo definitivamente superador de divisiones y taifas, en un hallazgo audaz e histórico del que se arrepintió en cuanto lo hizo. Ella, cada vez más distanciada de aquellos a los que debe liderar, sigue a lo suyo: sumar. Como todos los que se han propuesto, hasta ahora, unir a la izquierda, Yolanda se ha ido convirtiendo en un agente divisivo más.

Hoy la izquierda radical -auténtica, dirán ellos- languidece. No como Ciudadanos, condenado a la desaparición, pero sí como elemento de transformación y cambio alternativo a la socialdemocracia. Su supervivencia no está en peligro, ni mucho menos. Seguirá existiendo como partido poscomunista que, si se enmienda, puede aspirar a que le siga un máximo del 15% de los españoles. Eso, en los años muy buenos. Como éste: con cuatro o cinco ministros.

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