Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

La jerga que no cesa

Empeñarse en decir mercadotecnia por marketing es del género lerdo y no poco patético

Sería por segundo de carrera cuando algún profesor pronunció la palabra mágica: brainstorming. Para más magia, nos explicó que en español se decía tormenta de ideas, no me digan que no es poética la expresión. Se trataba y trata de una técnica de creatividad, en la que con necesaria poca vergüenza se lancen propuestas sin filtro ni censura. Una versión adaptada a la gestión de las llamadas corriente de conciencia y escritura automática del surrealismo literario de la primera mitad del XX.

Como sucede con el brainstorming, la envidiable capacidad del inglés para crear palabras nuevas casi de la nada se manifiesta muchas veces con el hábito de poner una expresión en gerundio, o sea, añadiéndole al final la partícula ing: factoring o confirming, benchmarking, holding, dumping. Pero la invasión del anglicismo en la vida laboral y profesional va hasta el infinito y más allá: Big data y B2B; engagement por compromiso, empowerment por apoderar o headhunter por cazatalentos. No vino uno al mundo de la empresa a luchar contra los barbarismos. Empeñarse, cual Alonso Quijano del business, en decir mercadotecnia por marketing es del género lerdo, y no poco patético a la postre.

Como consumidores, acabamos de ser impactados por dos acciones promocionales típicas de periodos de resaca de ventas, el Black Friday y su primo el Cyber Monday. No nos quedemos en el pataleo antiyanqui: es marketing, y se importa de EEUU porque puede ser útil, no hay más. No nos pongamos con esto como con lo del Halloween (Jalogüin, si lo decimos con sarpullido y celada de esencia patria). Dicen que lo dijo Felipe II tras el desastre de la Armada Invencible (por cierto, los pérfidos ingleses acuñaron esta expresión con very much cachondeo): "No mandé a mis barcos a luchar contra los elementos". Pues eso: las invasiones terminológicas son como los mosquitos en un pantano. Invencibles. Pero lo desolador de verdad es oír en el gym, sobre la cinta antimolla de al lado, a un tipo decir por el móvil no ya sin empacho, sino al revés, y con altavoz: "Tengo una lost call del yielding manager por un appointment para una online conference... ¡y sin coffee break siquiera!". ¡Vaya usted a Miami, por Dios, que lo suyo es ya del género collejeable! Y es que también sucede que cuando uno se funde y pico mil en un master -caldo de cultivo propicio para este asunto-, se la siente de vocearlo. Ah, aquel revolucionario brainstorming. Dijo el príncipe de Salina, Gatopardo: "Que todo cambie para que todo siga igual". Más o menos...

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