Luces y razones

Antonio Montero Alcaide · Juan Antonio Muñoz Muñoz

Leñadores de ocasión

Leñadores de ocasión

Leñadores de ocasión / JUAN ANTONIO MUÑOZ

El leñoso porte de un gran árbol parece expuesto como razón de una escultura casi natural. Mas como la sequedad acabó con la frondosa vida del árbol, a la vista se asemeja a un cadáver insepulto, si bien la madera se transfigura y toma otros usos y formas, por más que pueda acabar incinerada en las chimeneas con hogareñas exequias. Del árbol caído, todos hacen leña, sentencia el refrán, y    aunque el de la imagen se mantenga enhiesto, en su inerte anchura, caído resulta asimismo. De ahí que todavía más aleccionadora es su presencia en cierto modo escultórica. Si quiera sea para advertir que bastante hay con las desgracias del infortunio, los descalabros de las malas coyunturas, los imprevistos que conllevan perplejidad, las sinrazones que golpean injustamente, las pérdidas que abren las inhóspitas puertas del vacío, para quien es herido por alguna muestra de este infausto catálogo, sin añadir la malvada disposición de tantos otros prestos en sacar algún provecho de ello acrecentando la desventura. Incluso en el caso de que la gran caída suceda a una gran subida, como ocurre cuando torna la suerte de aquel que ascendió con rapidez a una posición elevada, son repudiables los interesados leñadores de ocasión.

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