Utopías posibles

Otra ley mediocre

La nueva ley educativa podría haber hecho un plan a largo plazo de desaparición de la enseñanza concertada

La nueva ley educativa podría haber apostado por las mejores metodologías, las que mejores resultados vienen dando desde hace cien años. Pero no. Continúa instalada en el "vale todo", que es igual que decir "no vale nada". La nueva ley educativa podría haber ampliado la participación de la comunidad educativa: las familias, instituciones, administraciones, asociaciones y personas del entorno. Se podría haber profundizado en el significado de la democracia, dando voz a la ciudadanía. Pero sobre esto, tampoco hay una sola palabra novedosa. La nueva ley educativa podría haber apostado por la autonomía real de los centros educativos, obligando a reducir y simplificar la normativa y la burocracia, dando auténtica libertad a los centros. Sobre esto, tampoco hay ni una sola frase.

La nueva ley educativa podría haber sentado las bases de una auténtica carrera profesional docente, donde hubiera un sistema de promoción del profesorado que premiara las buenas prácticas, el profesorado más implicado, la innovación y la reflexión desde el aula. No se modifica en nada el estatuto profesional docente.

La nueva ley educativa podría haber establecido subidas del presupuesto y reducción progresiva de las ratios, pero da la impresión de que se considera que no es necesario gastar un céntimo más en infraestructura o recursos.

La nueva ley educativa podría haber sepultado definitivamente cualquier tipo de segregación en las etapas obligatorias, estableciendo claramente que los apoyos se realicen dentro del aula, y no haya grupos para buenos y malos, de ningún tipo. No hay nada al respecto. Solo lo referente a la educación especial en centros ordinarios.

La nueva ley educativa podría haber hecho un plan a largo plazo de desaparición de la enseñanza concertada. Esto es algo que no se puede hacer de un día para otro, obviamente, pero sí a 10, 15 ó 20 años. Ni siquiera se plantea. Solo se contempla que no se le sigan dando privilegios a la concertada. Son tantas las cosas que se podrían haber incluido y no se han hecho, y tan escasas sus propuestas, que podemos concluir que se trata de otra ley totalmente mediocre, como lo es nuestra clase política y tal vez nuestra sociedad, que considera que la educación es una ficha más en el tablero político, y las necesidades reales de la escuela son ensoñaciones del profesorado (vagos y quejicas, ya se sabe). Una pena. Otra oportunidad perdida.

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