¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

De la ley a la ley

El debate estará en si los futuros cambios deben apuntalar el edificio del 78 o hacerlo saltar por los aires

Torcuato Fernández-Miranda.

Torcuato Fernández-Miranda. / DS

EN esta España actual uno duda ya de todo. Por ejemplo, ¿fue casualidad que el otro día RNE emitiese el documental sonoro Torcuato Fernández-Miranda, del franquismo a la reforma? Vaya por delante mi felicitación a los autores de la criatura. Hoy en día es raro, muy raro, encontrar en los medios públicos una mirada tan objetiva y carente de sectarismo hacia nuestro pasado más reciente. Pero, insisto, ¿fue casualidad?

Como saben, Torcuato Fernández-Miranda fue el cerebro principal de la primera etapa de la Transición, hasta la aprobación de la Ley para la Reforma Política, el 18 de noviembre de 1976. Este asturiano, profesor de Derecho Político del rey Juan Carlos y hombre sin fisuras en su apoyo al régimen del 18 de Julio –pero también consciente de que con la muerte de Franco se debía abrir una nueva etapa histórica– fue el ingeniero que permitió a España pasar de una dictadura a una democracia sin que en ningún momento se quebrase la legislación vigente. Suya es la famosa fórmula “de la ley a la ley a través de la ley”. Sin su ayuda, Juan Carlos I difícilmente hubiese podido solucionar la paradoja de que un hombre que había jurado los principios fundamentales del Movimiento se convirtiese en el promotor de la democracia en España sin ser un perjuro. En su actitud hubo mucho de inteligencia y patriotismo, pero también alguna dosis de cinismo, como bien hicieron ver los procuradores del búnker durante los debates de la Ley para la Reforma Política. Por cierto, y aún a riesgo de ser multado por los guindillas de la Memoria Democrática, qué diferencia entre la portentosa oratoria de aquellos dinosaurios de ayer y la torpe palabra de los modernos mamíferos de hoy.

En España percibimos de nuevo un cierto aroma a fin de etapa. No tiene ni la intensidad ni la brillantez de la Transición, pero es evidente que, tanto en la derecha como en la izquierda, se está llegando a la conclusión de que hacen falta cambios en la arquitectura de eso que sus enemigos han llamado el “régimen del 78”. El debate (por llamarlo de una forma civilizada) estará en si esos cambios deben ser reformas quirúrgicas que lo hagan evolucionar para reforzarlo en sus líneas fundamentales o, directamente, cargas explosivas que lo hagan saltar por los aires. La ley de amnistía o un referéndum de autodeterminación consentido en Cataluña, sea cual sea el encaje constitucional que se fuerce, van en esta última dirección. Por sí solas no acabarán con el edificio del 78, pero sí le generarán importantes desperfectos. Por eso hay políticos no independentistas que, más allá de los intereses concretos de poder de Sánchez, están apostando por esta línea. De la ley a la ley a través de la ley. La técnica de Fernández-Miranda pero sin su patriotismo y con objetivos totalmente distintos.

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