Libertad Quijotesca

Más que lobo, zorro

Lobo que traicionó méritos, moral y cultura política liberal. Aparato, nunca equipo

N OS enseña nuestro imaginario colectivo, el refranero, coplas, fábulas, poemas, cuentos, películas; que hay que tener mucho cuidado con los lobos disfrazados con piel de cordero. Es más, con los zorros que se pretenden lobos. Que decir de la legendaria telenovela de Televisa Cuna de lobos, donde la brillante actriz mexicana María Rubio construyó un personaje que creó escuela, la pérfida Catalina Creel, un recital de arte interpretativo. El comic y el cine nos han dado dos lupus lupi magníficos: Lobezno de Marvel encarnado por Hugh Jackman, y el señor Lobo que ideó Quentin Tarantino en la mítica Pulp Fiction, al que dio vida Harvey Keitel. Precisamente inspirándose en este personaje fue que bautizaron al todopoderoso exsecretario de organización del partido naranja. Lo que me lleva a recordar la locución latina Homo homini lupus: El hombre es el lobo del hombre o el hombre es un lobo para el hombre. Queridos lectores en el Siglo de Oro se decía "Piérdelo todo, quien todo lo quiere". Mucho mejor nos iría a los españoles si en nuestra maltrecha plaza pública tuvieran merecido protagonismo Cervantes, Sor Juan Inés de la Cruz, Quevedo, el Inca Garcilaso, Sofonisba, Lope, Góngora, la Escuela de Salamanca…en vez de tanto taimado maligno. Por los mismos argumentos, mucho mejor le habría ido al partido naranja si no se hubieran empeñado en destruirlo desde las entrañas de su organización. El señor Lobo puso pies en polvorosa hacia su supervivencia, y la de su señora, en la industria del politiqueo. Estudió geografía; por la forma en la que desempeño sus funciones suspende en geografía humana, de modo que en la maleta lleva la cartografía del partido que fue la esperanza liberal, y de cuya estructura orgánica ha sido primer responsable. En noviembre de 2019 estuvo en Almería, aunque como olvidar visita anterior en el Cervantes preparando lista para las municipales. Afirmó decir adiós a la política. Dos días después cambiaba cromos en Sevilla para ser senador, e instalar a su cónyuge en la oficina del Defensor del Pueblo de Andalucía. Anunciada su mudanza y epifanía moral en sus declaraciones habló muy bien de sí mismo, cual caballero de brillante armadura entregado a la defensa de la libertad en España. Dijo sin rubor "vivir muy cómodo como senador", en los tiempos que corren, pero que se sacrifica por todos nosotros. Moral debió haber tenido antes.

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