¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El malestar

Las banderas colgadas en los balcones tienen mucho de desasosiego ante una crisis que está inaugurando una nueva era

Lo dijo el otro día Curro Ferraro en la entrevista que le hicimos con motivo del lanzamiento de un nuevo Anuario Joly: "El gran problema de nuestro tiempo es el malestar". Un malestar que en los últimos años se manifiesta de manera polimorfa, como esos seres mitológicos capaces de adoptar diferentes rostros: chalecos amarillos, esteladas en Vía Layetana, disturbios en Indianápolis, protestas en Argelia, cacerolas en Núñez de Balboa, desórdenes en Santiago de Chile, batallas campales en Hong Kong, etcétera. Todos estos alborotos tienen aparentemente diferentes causas: un movimiento secesionista, el precio del transporte público, la lucha contra un dictador… Pero no es difícil intuir que beben del mismo acuífero, el gran malestar que empezó con el crack de 2008 y que el coronavirus sólo puede empeorar .

La historia hay que estudiarla por ciclos de larga duración, como la Geología. Lo interesante no es la Revolución Francesa, sino el ciclo de revoluciones atlánticas de finales del XVIII y primeras décadas del XIX; lo mismo ocurre con la II Guerra Mundial, la apocalíptica traca final de un proceso que empezó con el asesinato del archiduque Francisco Fernando, mucho antes de la invasión de Polonia por rusos y alemanes. ¿Y ahora? ¿Qué está pasando? ¿Qué placa tectónica de la historia se ha puesto en marcha? Como nos diría Braudel, vemos la espuma de las olas, pero lo difícil es percatarse de las corrientes profundas que la provocan. Por ejemplo, observamos a una señora golpear con furia una cacerola en un barrio bien de Madrid. Cierta izquierda, debido a la pereza mental, lo ve como un hecho risible, como una muestra de histerismo ultra. Pero lo interesantes es saber qué ha pasado para que una mujer supuestamente adinerada emule a un descamisado de Santiago de Chile. ¿Mera indignación contra Sánchez? Debe haber algo más.

Ese algo más puede ser, como nos indica Thomas Piketti, el Marx del XXI, el indiscutible aumento de la desigualdad, pero siempre que se tenga en cuenta que la depauperación es un fenómeno que está alcanzando también a las llamadas clases acomodadas. Sólo una reducidísima élite está pescando en este río revuelto. Las banderas de España colgadas en los balcones tienen mucho de pancarta y desasosiego ante un futuro que se presenta con demasiadas incertidumbres. Crisis sanitaria, medioambiental, económica, territorial, tecnológica, moral… Del profesor Álvarez Santaló aprendimos que cuando tantas cosas coinciden se comienza a escribir un nuevo capítulo de la historia. Este malestar generalizado son sus primeros párrafos.

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