Los malos tratos

10 de agosto 2025 - 03:10

De meritorio con corbata, asistí en directo a cómo dos empresarios firmaban un acuerdo en una servilleta de papel. No recuerdo si se comprometían a ser, entre ellos, clientes, proveedores o competencia sin sangre. Estamos en un país en el que no hace falta un notario para que un trato sea eficaz si las partes así lo acordaron, y si se puede de una u otra forma probar que así fue: que cerraron el trato. Uno desconfía de quien presume de que su palabra es ley y honradez: la chulería y la arrogancia no son de fiar, y quien un pecho honradísimo saca, algo raro esconde con el blablablá. Una débil servilleta firmada sí tiene efectos jurídicos. Si no hay compromiso con la palabra, ¿nos cortamos las venas, o nos las dejamos largas?

Hace unos días, dos de los tres territorios comerciales más poderosos del mundo, Estados Unidos y la Unión Europea, acordaron que Europa se bajaba los calzones, por preferir estabilidad y evitación de la amenaza bélica a mermar sus bienes exportados a América. Un quebranto realmente impresionante para el margen de rentabilidad de cualquier sector que exporte a EE UU. Los calzones bajaron hasta los pies al aceptar pagar la cósmica cantidad de 600 mil millones en importaciones energéticas, y quién sabe cuánto en armas Made in USA. Gran bilateralidad, vive Dios.

Todo lo cual es discutible estratégica, comunitaria y geopolíticamente. Pero lo más discutible es que la parte contratante de la primera parte mienta más que habla. Que es lo que algunos analistas y particulares con sesera se temían cuando Trump ofrecía la palma boca arriba, como suele, para acordar un acuerdo leonino –a su favor–. Que se ha pasado por el forro de sus corbatas pocos días después. Realmente, es un tipo extraordinario. Sin par.

Es de desear que la UE, de la mano de Alemania y Francia, y de la mano del fugado Reino Unido, reaccionen con firmeza. Si, como deben, lo hacen, o lo hacemos, habrá sangre, sudor y algunas lágrimas. O, puesto en otros términos, inestabilidad, inflación, volatilidad, mangazo de avispados: un desastre para la gente de a pie. No se le puede dar la mano en un trato a un socio alocado (a saber si lo que lo mueve no es el ordeño del caos). Porque es una servilleta que acaba en el váter más cercano. A río revuelto...

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