LA organización terrorista islamista Al Qaeda ha reivindicado la autoría del secuestro de tres cooperantes catalanes el 29 de noviembre, mediante un comunicado cuya autenticidad dan por buena los servicios de Inteligencia y el Gobierno español. Ayer un portavoz de Al Qaeda informó de que los tres voluntarios, capturados cuando formaban parte de una caravana de ayuda humanitaria que recorría Mauritania, "están bien" y anuncian que próximamente darán a conocer las condiciones que pretenden imponer para proceder a su liberación. Se confirma, pues, que nos encontramos ante el peor escenario posible. La naturaleza de los secuestradores induce a pensar que el chantaje no se limitará al pago de un rescate por las vidas de los cooperantes españoles, sino que incluirá reivindicaciones de carácter político, especialmente la pretensión de puesta en libertad de algunos de los terroristas islámicos que cumplen condena en las cárceles españolas (y francesas, ya que mantienen en su poder a un ciudadano de Francia) por su participación en actos terroristas anteriores. Esta particularidad es la que otorga el máximo nivel de dramatismo a la situación de nuestros compatriotas: nos enfrentamos a fanáticos que odian al mundo occidental y combaten nuestra forma de vida y nuestras libertades mediante la violencia y el terror. Al mismo tiempo, el secuestro y su posible desenlace hace resurgir con toda crudeza el dilema moral en que se debaten los Estados democráticos sobre el valor supremo de la vida humana, el respeto a la legalidad y la necesidad de no ceder al chantaje del terrorismo. Hace falta que el Gobierno, al que debe apoyarse desde todos los sectores sociales y políticos, trabaje con discreción y firmeza, combinando todos los medios legales a su alcance (diplomáticos, de inteligencia y militares), para conseguir un final feliz de este nuevo episodio protagonizado por una banda terrorista que tiene de sobra demostrados su insania y su desprecio por la vida de los demás. El secuestro será largo, tenso y difícil de resolver. Debemos estar unidos, solidarios con los secuestrados y sus familias y confiados en la gestión de los gobernantes.

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