Superficialidad extrema
Menese y Moreno galván: cuánto arte
A Vuelapluma
Aprincipios de los setenta se pusieron de moda en los coches unos nuevos reproductores de música que, en vez de las conocidas “cassettes”, usaban los modernos “cartuchos de súper 8” con mejor calidad. El primero que tuve me lo regaló mi amigo Pepe Mira (q.e.p.d.) y era de Manuel Gerena. Eso ocasionó mi nueva aproximación al flamenco, que enlazaba con los movimientos culturales de la época en Granada. Dejaremos algo para otro día, pues a lo que yo había venido era a hablar de cómo llegué a mi ídolo Menese.
A éste lo conocí cuando su relación con Moreno Galván ya daba frutos en forma de canciones con contenido social. Bonitos años en los que se rescataban poesías clásicas, o se escribían otras, que a fin de cuentas eso es una canción, en las que los censores se perdían más que una aguja en un pajar, pues en el caso concreto de la pareja Menese – Moreno Galván, no encontraban por dónde meterles mano para otorgarles la correspondiente distinción en el famoso “T.O.P.”
Para muestra: “Señor que vas a caballo / y no das los buenos días, / si el caballo cojeara / otro gallo cantaría.”
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