La mentira y el silencio

La verdad se corrompe con la mentira y el silencio, pero la primera es reprobable y el segundo acaso necesario

Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?" Ni ante esta añosa fórmula anglosajona de juramento cabe la seguridad de no caer en el falso testimonio, una manera jurídica de poner nombre a la mentira. Como la que descubrió una mujer en una situación de urgencia cuando, sobrevenida de madrugada una fuerte crisis de asma a su hijo pequeño, tuvo que acudir el servicio 112 y una patrulla de la Policía Local a su domicilio para trasladar al menor a un hospital. Desesperada la mujer tras llamar varias veces a su marido para que volviera a casa, donde quedaba otro hijo pequeño, la Policía resolvió acudir a la empresa de recogida de basuras, porque la mujer comentó que el padre era basurero, y nadie conocía allí a la persona buscada por los agentes para atender la emergencia familiar. Durante dos años, el marido parecía trabajar de miércoles a domingo, en jornada que comenzaba a las 9 de la noche y concluía, según se diera la faena, sobre las 4 o las 5 de la madrugada. La mujer, tras la demanda de divorcio, todavía no se explica cómo ha podido ser engañada durante tanto tiempo. Tiene pocos atenuantes el falso basurero, aunque argumenta en su defensa que necesitaba espacio para él y tiempo para salir con los amigos. Y acudió a la mentira porque, sin ese recurso, dice que su mujer no lo dejaría salir "ni a por tabaco". Acaso mejor hubiera sido que el mentiroso se acogiera al constitucional derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable, como consecuencia de ese otro derecho mayor a la presunción de inocencia. Aunque en el Juzgado prefirió decir la verdad, tal vez como legítima defensa a fin de reducir los efectos de su proceder.

Kant, uno de los filósofos europeos más influyentes, dio el nombre de "imperativos categóricos" a los principios fundamentales que sostienen todos nuestros deberes y obligaciones, desde una perspectiva moral. Pero para que una máxima o una ley tuvieran ese carácter moral debían aplicarse universalmente. Por eso, sostuvo que el deber de no mentir se constituía en ley moral, por lo demás inviolable, dado que el mentir nunca podría alcanzar tal carácter de regla general. La verdad por encima de lo que los individuos quieran o deseen, principio harto difícil. Cicerón, filósofo romano entre otras cosas, afirmó que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio, pero si la primera es reprobable el segundo puede resultar hasta necesario.

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