¿Esto es lo que nos merecemos?

A veces me da la sensación de que esta enfermedad ha venido a decirnos algo que deberíamos haber descubierto hace tiempo

Hace tan solo unos días, cuando el descontrol de los contagios en Madrid ya es imposible de ocultar y la realidad les ha traído los peores pronósticos meses antes de las peores previsiones, el Vicepresidente de la Comunidad de Madrid, el señor Ignacio Aguado, hizo un discurso tan soberbio, tan falto de humanidad y tan lleno de desfachatez que el único final a la altura de sus palabras hubiera sido el anuncio de su renuncia al cargo político que ostenta. Y es que, el pasado viernes 18, ciudadanos a los que se les debe respeto y protección tuvieron que oír de quien se lo debe que "la única forma de salir de esta situación" depende de que elijan ser "ser virus o vacuna"; ¡Cómo si esto fuese un asunto de gestión individual!, ¡Cómo si pudiésemos elegir no contagiarnos!, ¡Cómo si pudiésemos elegir no contagiar!, ¡Cómo si trabajar fuese una elección, el teletrabajo una posibilidad universal, la educación en casa un derecho y de los gratuitos y la dependencia un problema solucionado!, ¡Cómo si esto que estamos viviendo no hubiera acabado siendo, para el 99% de la población, una situación en la que hay que elegir entre enfermedad o pobreza!, ¡Cómo si la suerte no hubiese pasado a ser el factor decisivo en el día a dia!.

A veces pienso que no pocos dirán que este país ha decidido llenar este tiempo tan absolutamente crucial para su futuro de episodios vergonzantes y políticos que no están a la altura de la situación porque no están capacitados para estarlo; A veces me parece como si viajásemos en un barco al que le está entrando agua y no fuésemos capaces de encontrar la grieta por la que entra; A veces me da la sensación de que esta enfermedad ha venido a decirnos algo que deberíamos haber descubierto hace tiempo pero que acabará yéndose sin decirlo, como quien desiste de su necesidad de audiencia cansado de ir de antesala en antesala. "Mientras venía o no, estaba yo pensando si recordaría mi asunto, y si acaso no volvería a remitirme con él, como la vez pasada, a la Secretaría de otra Sección del Real Consejo. Había sobre la mesa un montón de legajos, y las paredes de la pieza estaban cubiertas de estanterías, llenas también de carpetas. En el testero de la sala, sobre el respaldo del sillón del señor oficial, se veía un grande y no muy buen retrato del difunto rey don Felipe IV. En una silla, junto a la mesa, otro montón de legajos esperaba su turno, Abierto, lleno de espesa tinta, el tintero de estaño aguardaba también al señor oficial quinto de Secretaría… Pero aquella mañana ya no me fue posible conversar con él, porque entró al fin muy alborotado en busca de un expediente, y me rogó con toda cortesía que tuviera a bien excursarle, que tenía que despachar con Su Señoría, y que no era libre de escucharme en aquel momento." ("El Hechizado", Los Usurpadores, Francisco Ayala)

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