República de las Letras

8.000 millones

La Historia ha demostrado que, tanto el sistema liberal, como el sistema comunista, han fracasado completamente

Con 8000 millones de personas ya, y tan lejana la etapa de estabilización demográfica, que sitúan hacia finales de siglo, quizá a principios del siguiente, el mundo se encamina, según dicen, a una etapa de inestabilidad, con importantes cambios económicos y geopolíticos. Pero hay un interín -siempre, entre una etapa histórica y la siguiente, hay un interín, una etapa transitoria-, la presente década y las siguientes, en que se solaparán la época democrática-liberal que luego entrará en crisis por la superpoblación del planeta y la siguiente, presumiblemente de dictaduras de diversa índole.

Desde luego, queda en la Historia demostrado que, tanto el sistema liberal como el sistema comunista, han fracasado completamente. Hoy vemos a diario cómo el capitalismo es imposible de gestionar con un sistema liberal, porque generaría desigualdades insoportables. Es, como hemos visto, un sistema creado para preservar derechos y privilegios de determinadas clases sociales sobre la base de mantener a otras en permanente estado de necesidad e incultura. Tal sistema ha fracasado, pues con la estabilización de la democracia y el triunfo del capitalismo, con la consiguiente extensión de los derechos a toda la población y la llegada de la revolución digital, ha tenido que acudir frecuentemente al Estado para preservar su continuidad. Algo impensable para Adam Smith. Las soluciones políticas últimas que va adoptando el sistema liberal son, a su vez, incompatibles con la democracia, tal como hemos visto en los Estados Unidos con Trump. No son más que los estertores de unas estructuras que se aproximan a la decadencia final.

De igual forma, los países que durante el siglo XX implantaron el sistema comunista, fracasaron rotundamente, tanto en lo económico como en lo social y político, como vimos con la URSS después setenta años de régimen dictatorial. Hoy vemos en China, Cuba y Corea del Norte, como son incompatibles sus sistemas políticos con las libertades individuales, fundamentales para la vida humana.

El mundo occidental, mientras tanto, se va dirigiendo poco a poco hacia la socialdemocracia. No hay ningún país moderno actual que no sea intervenido por el Estado en su economía. Es, hoy por hoy, el sistema político que permite el funcionamiento del capitalismo a la vez que el respeto a las libertades individuales. Los neofascismos no son más que el canto de cisne del liberalismo.

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