La modelo perfecta

Pon unas gotas de feminismo en la marmita y ya estamos listos para ser los hooligans vespertino

Yo soy ese señor mayor que vive con un transistor pegado a la oreja porque ya no oye bien. Dicen que al final de los años sesenta la radio era el medio de comunicación preferido por la tercera edad, que renegaba de la televi-sión. Me consta que mi bisabuelo nunca tuvo televisión, ni coche, ni moto, porque no necesitaba ir a ningún sitio al que no se pudiera ir en tren o en autobús. Antes existían los trenes, que te llevaban prácticamente a cualquier parte, tardaban más, o menos, pero el tiempo estaba amortizado previamen-te. Llegó el cine, llegó la televisión, que tardó bastante en arrojar banalida-des y llegaron las redes sociales que arrojaron banalidades desde el primer día. Para volver a lo más básico, la radio y los periódicos en papel, que co-mo los discos de vinilo, amenazan ahora con acabar con las descargas. Pero hasta la radio llega el proselitismo reinante (proselitismo: dícese de la inten-ción incesante de que pienses sólo e incesantemente como piensa el proseli-tista, que además piensa que el suyo es el único pensamiento correcto). Así en cualquier tertulia o magazine se precie se entrevista, por ejemplo, a mo-delos curvys (curvys: eufemismo de modelos con sobrepeso por decirlo suavemente). En ese instante se desatan los infiernos del anti-prejuicio con otro prejuicio. Infectados por la imposición de considerar la idoneidad de una modelo por la delgadez de su talla, desatemos el odio a dicho patrón y establezcamos que el patrón debe ser el contrario gritando que las modelos deben tener sobrepeso para ser reales. Es decir, luchemos contra una impo-sición y un prejuicio con otra imposición y otro prejuicio. A punto de crear esa imagen oscilante y falsa de que el sobrepeso era la moda en otras épocas y que debe serlo ahora iremos con la lanza en ristre a todas partes, a por el canon doríforo de las musas enjuagadas en telas y ropa interior, apostando por las pelucas ilustradas y el polvo de arroz de la cultura de esta temporada. Es como debe ser, este año, el que viene será como debe ser, todo lo contra-rio. Pon unas gotas de feminismo en la marmita y ya estamos listos para ser los hooligans vespertinos. O lo que pienso yo o la bronca, el asalto, el escra-che. O lo que pienso yo o los neumáticos ardiendo en la autopista de tu alie-nación. Que no pase un sólo minuto sin diatriba. El no peso perfecto, la an-tidieta, los productos naturales, el prosélito andante

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