La muerte de Fortuny

Ello influyó en que no pudiera desarrollar libremente sus facultades, geniales por otro lado

En 1874, pocos meses antes de morir, Mariano Fortuny expresaba su insatisfacción creativa en carta dirigida a su amigo Davillier: "En verdad comienzo a estar un poco cansado moralmente del tipo de arte y de los cuadros que el éxito me ha impuesto y que, entre nosotros, no son la expresión verdadera de mi talento. Con la gracia de Dios, y con la esperanza de que el resultado de mis últimos cuadros sea favorable, pienso retirarme a reposar un poco". En el verano de ese mismo año se instala con su mujer en Portici, localidad costera cerca de Nápoles. Allí pintará intensamente a su gusto; paisajes, marinas y figuras de bañistas con una frescura y vigor naturalistas muy alejados de su pintura preciosista de temas historicistas y orientalistas, que tanto dinero le había hecho ganar. El día 1 de noviembre regresan a Roma y enferma súbitamente. Fallece el 21 de ese mismo mes, mientras era atendido por tres médicos. La autopsia revela que la muerte fue provocada por "una calentura perniciosa". El entierro es multitudinario, acorde al prestigio que el pintor tenía en el ámbito artístico internacional. Fortuny deja dos niños pequeños, Maria Luisa y Mariano. Su viuda, Cecilia de Madrazo, vende toda su obra poco después. En concreto, en febrero de 1875, apenas tres meses después del entierro, en el mismo estudio del difunto en Roma, subasta todos los objetos y mobiliario antiguos. Y en abril, hace lo propio con los cuadros: óleos, acuarelas y dibujos son vendidos en el hotel Drouot de París. En total se embolsa más de un millón de francos que, junto a la fortuna que ya poseía el matrimonio, le permitirá vivir holgadamente junto a sus hijos hasta su fallecimiento en Venecia en 1932. El museo del Prado, coincidiendo con la exposición que estos días celebra sobre Fortuny, acaba de publicar una biografía de Cecilia de Madrazo muy reveladora. Pese a cierto buenismo, la objetividad de muchos hechos arroja luces sobre la trayectoria del malogrado pintor. Hecho a sí mismo y prematuro triunfador, Fortuny cometió un error al emparentar con la familia Madrazo, el clan más poderoso del arte español de su época. Su matrimonio con la hija del patriarca, Federico, le reportó una vida burguesa y placentera, pero también un ambiente y gusto artístico decadente y conservador, muy alejado de la vanguardia creativa del momento. Ello influyó en que no pudiera desarrollar libremente sus facultades, geniales por otro lado.

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