El lado oscuro de almería

josé ángel Pérez

La muerte tiene seguro

Fraude. La picaresca en ocasiones va mucho más lejos llegando a cometer actos, o fingirlos, sólo con el objetivo de cobrar las cantidades económicas de los contratos con las aseguradoras

Aprimeras horas de la madrugada del 27 de abril de 1988, se produjo en la localidad de Berja un aparatoso accidente de tráfico y como consecuencia del mismo falleció en el acto a causas de las gravísimas heridas Antonio García López. La furgoneta en que viajaba la victima, a la salida de una curva se despeñó por un barranco de unos veinte metros de altura cayendo hasta el lecho de una pequeña rambla. Con el fallecido viajaba conduciendo el vehículo con el que se dirigía hasta El Ejido Manuel A. un minero jubilado natural de la localidad granadina de Baza que pudo salvar la vida.

Esta persona, según su versión y testimonio ante la Guardia Civil de Tráfico, logró saltar de la furgoneta poco antes de que el vehículo se precipitara al vacío tras darse cuenta que tenía serios problemas para controlar el vehículo por no funcionar los mecanismos de frenada. La investigación del accidente a cargo del Servicio de Información de la Guardia Civil de Tráfico valoró en principio que se pudiera tratar de un fallo mecánico o una rotura de los frenos dando la impresión de que daban por buena las declaraciones del conductor.

Pero lo cierto, es que las cosas no estaban claras para los agentes de la Policía Judicial y el caso hubiera sido resuelto de otra manera, si no hubiera levantado sospechas, si los agentes al poder comprobar que el fallecido tenía suscrita una póliza de seguro de vida por un valor de cuarenta millones de pesetas, cuyos beneficiarios eran precisamente familiares directos de Manuel A. el conductor del vehículo. Con estos datos fue detenido Manuel A. quien tras declarar en el juzgado de instrucción numero 1 de Berja, su titular decretó su in mediato ingreso en el centro penitenciario de Acebuche.

El 10 de noviembre de 1994, Manuel A. se sentaba en el banquillo de los acusados en la Audiencia Provincial de Almería al considerar el Ministerio Fiscal los hechos ocurridos como asesinato. El tribunal lo condenó a veintiocho años de prisión.

Cuatro años mas tarde, otro crimen ocurrido el 28 de febrero de 1998 en la provincia de Almería parece sacado de una película de Alfred Hichcok. Ese día, a las ocho y media de la tarde, los componentes del equipo de Cruz Roja, con base en la localidad murciana de Águilas, fueron alertados para que socorrieran a una persona impedida, que utilizaba silla de ruedas, quien había sufrido un accidente precipitándose por un acantilado de considerable altura en una zona rocosas en el municipio de Pulpi.

Informada la Guardia Civil, se comprobó por parte de los agentes y facultativos de Emergencias Sanitarias que esta persona ya había fallecido, tratándose de una mujer de nacionalidad británica, identificada como Freda Jacinthos, de 58 años de edad, la cual se encontraba de vacaciones en nuestro país, en compañía de su novio, un sujeto de nacionalidad norteamericana de 49 años de edad.

La Guardia Civil reconstruyó en lo posible lo ocurrido, observando que determinadas piezas no encajaban. Iniciada la investigación se llegó a la conclusión que la inglesa, fue arrojada intencionadamente al vacío en la silla de ruedas, por su acompañante, por lo que el norteamericano fue detenido.

Según se pudo conocer, el móvil del crimen obedeció a que la victima había puesto a nombre de su compañero sentimental las propiedades y otras riquezas, a las que solamente podría tener acceso una vez fallecida ésta.

El pasado año La Policía Nacional investigó a una familia, de origen peruano y con residencia en Oviedo, que fingió la muerte de uno de sus miembros para cobrar dos seguros de vida. Tras estafar alrededor de unos 170.000 euros, los acusados huyeron a Perú y hasta la fecha no hay noticias de que hayan sido detenidos.

Según informó la Policía, la investigación comenzó en 2011 cuando una mujer, que no se identificó, informó sobre la existencia de un hombre de 30 años, su madre y la mujer de éste, que había logrado cobrar un seguro de vida fingiendo la muerte del hombre. Ese mismo día, la mujer contactó también con la Compañía de Seguros, informándoles de que podían haber sido objeto de una estafa.

El Grupo de delitos Económicos y Tecnológicos comenzó por recabar toda la información que se fue hallando sobre el acusado, descubriendo que efectivamente existía un hombre con los mismos datos de identidad que la mujer había proporcionado, el cual había contratado un seguro de vida por la cantidad de 84.141,68 euros. Esta póliza de seguros había sido cobrada recientemente en Perú por la beneficiaria, que resultó ser la madre del joven. Para hacer efectivo el dinero solicitado que haber un certificado de Defunción ante las autoridades peruanas.

El año pasado las compañías de seguros gastaron 2,7 millones de euros en pagar todo un ejército de peritos, forenses e incluso detectives privados para detectar reclamaciones irregulares. En los últimos años, las compañías de seguros han logrado duplicar el número de casos irregulares detectados, que rondan el 2%. Sin embargo, aventurar la proporción real de siniestros en los que se da algún tipo de fraude es difícil. Desde varias agencias de detectives que colaboran habitualmente con compañías de seguros, creen que tan sólo se detecta una pequeña parte de los casos. 'Los timos que salen a la luz sólo son la punta de un iceberg', ha explicado un directivo de una de estas agencias.

La crisis económica ha disparado un 30% el número de fraudes a aseguradoras en los últimos dos años se trata de fraudes eventuales y realizados por necesidad económica. Los detectives especializados en localizar este tipo de timos advierten de un importante aumento de los latigazos cervicales producidos al provocar un accidente de tráfico. "Ahora se esta imponiendo "la moda" de pegar súbitamente frenazos para que te golpee el coche que viene detrás y exagerar la lesión

También ha aumentado en estos últimos años "la simulación o exageración de robos" y los "incendios" en hogares y comercios, en un intento de exprimir al máximo la póliza del seguro. Alguien asevera con rotundidad que España es un país fraudulento por naturaleza. La picaresca a la hora de defraudar adquiere distintas formas. En los seguros para coches o de vida, accidentes y salud lo que es más habitual es que se oculten daños o lesiones preexistentes al incidente.

Dentro de las pólizas de responsabilidad civil, por ejemplo, es más frecuente que se simulen accidentes para conseguir cobrar el dinero del seguro. En España los fraudes en seguros de automóviles son los más comunes - casi un 75% de los casos totales presentados-, seguidos por los casos de responsabilidad civil un 21% del total. El pasado año las compañías aseguradoras evitaron pagar más de 250 millones de euros tras comprobar que un elevado numero de casos de siniestros de coches, en realidad no habían sido tales.

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