mANUEL lÓPEZ mUÑOZ

Con la muerte no valen excusas

[Donde hay una necesidad, hay un emprendedor; donde no hay reglas, no hay más regla que el dinero

Imaginen el diálogo: "-Alcalde, que arde una casa en el pueblo de al lado. -¿Grave? -Varios muertos. -¿Y los bomberos de allí? -Dice su alcalde que quietos, que ese fuego será de alguna mafia de la recalificación. -Cosa suya. -Es que algunos bomberos nuestros han ido a ayudar. -¿Cómo? ¡No tienen permiso para rescatar! ¡Expediente disciplinario ahora mismo!" En una situación de emergencia, hablar de causas remotas es no hacer nada y dejar claro que unas muertes importan más que otras. Muchos habremos oído lo del Open Arms, cargado de náufragos a los que se les impedía desembarcar en territorio italiano aunque fuera para atenderlos y devolverlos al punto de partida. No es el primer caso y temo que tampoco el último: este Mediterráneo en el que nos bañamos y cuyas aguas ofrecemos a los turistas es una enorme fosa común en la que se van sedimentando capas de cadáveres mientras nos dedicamos a contar las nubes.

No parece que nadie ponga en duda la existencia de organizaciones que se lucran cobrando a precio de uranio los viajes furtivos a Europa: donde hay una necesidad, hay un emprendedor; donde no hay reglas, no hay más regla que el dinero. Por supuesto, existen criminales que se benefician del sufrimiento y la esperanza de las personas: unos ordeñan dólares, machacan a las personas y, si llega el caso, las matan; otros creen ganar votos gruñendo serios, dejan que se machaque a las personas y, si llega el caso, miran a otro lado para no ver muertos. La Declaración Universal de Derechos Humanos (artículos 2 y 14) habla del derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, a huír de un país y a solicitar asilo. Quien huye no tiene culpa de las causas de su huida y negarle el auxilio es negarle su cualidad de ser humano: los Derechos Humanos, creo yo, no son negociables. Da igual el motivo de un naufragio: proteger la vida es el valor primero; da igual que una ONG quiera dejar al descubierto las contradicciones del sistema: evitar las muertes es la obligación primera; da igual que haya mafias: primero es salvar a las personas. Primero, remediar la urgencia; luego, actuar sobre las causas para que no se repitan las cosas. Aunque haya un Primer Mundo, no hay personas de segunda o tercera: o todos somos seres humanos o los que se encogen de hombros no merecen ser llamados así.

"-Alcalde, que dicen los bomberos que el expediente disciplinario se lo guarde donde quiera".

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