La cuarta pared

Mi mujer está contenta

Cometía su función más importante de la manera más depu-rada posible, haciendo sencilla la vida de sus habitantes

Hace un tiempo, visitando una obra de 4 viviendas pareadas que estamos constru-yendo actualmente, me crucé, saliendo de su casa, con el nuevo inquilino de la vi-vienda contigua, también proyectada por nosotros hace cosa de un año. Él no me conocía, ni yo a él, así que me tomé la libertad de aparentar estar interesado en adquirir una de esas viviendas en obra y le pregunté acerca de la casa, cómo era vivir allí y si estaba cómodo en su nuevo hogar. Me respondió con una frase que nunca olvidaré: "la casa está bien, pero lo más importante es que a mi mujer le en-cantó cuando la vio y si ella está feliz, a mi me da exactamente igual la verdad." En ese momento no pude evitar soltar alguna carcajada, pero al madurar esa idea, me hizo reflexionar acerca del alcance de nuestro trabajo.

La vivienda es el espacio en el que mayor tiempo pasamos a lo largo de nuestra vida. Aquellos que tienen la fortuna de haber podido intervenir en el proceso de su diseño, tienen la oportunidad de pararse a pensar en cómo quieren vivir su hogar el día de mañana, haciendo saber al arquitecto su forma de vida, sus inquietudes e incluso sus gustos más personales. Sin embargo, todos aquellos que, por cualquier razón, viven en una vivienda de segunda mano, deben pasar por un periodo de adaptación a sus nuevos espacios que normalmente es mutuo, la casa se hace a la persona y la persona se hace a la casa. Todos somos humanos, y por lo general, nos unen una serie de características y necesidades básicas que compartimos sin apenas darnos cuenta. Se trata de deta-lles que están siempre presentes en segundo plano, como la necesidad de disfrutar de luz natural en la cocina o la de poder estar en el salón durante varias horas sin dejar de estar cómodos en ningún momento. Cuestiones esenciales pero de gran calado en nuestro día a día y que solo somos conscientes de ellas cuando no las tenemos. Aquel hombre no supo decirme, a bote pronto, cuáles eran los puntos fuertes ni las debilidades de su nueva casa, solamente pudo reseñar que su mujer estaba con-tenta, que todo marchaba bien y que, por el momento, eso era suficiente. Es posible que ese proyecto no tuviera unas grandiosas falsas fachadas perforadas por hue-cos, ni que su vivienda saliera publicada en importantes revistas de arquitectura, pero cometía su función más importante de la manera más depurada posible, ha-ciendo sencilla la vida de sus habitantes.

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