De narcisismos y chantajes

En el patio de colegio que son las redes sociales hay hueco muy a menudo para el chantaje en abierto y sin codificar

En el patio de colegio que son las redes sociales hay hueco muy a menudo para el chantaje en abierto y sin codificar. Iniciar una frase con la premisa lastimera o el aviso desafiante de que quien no comparta, o no responda, o no opine, o no declare su gusto por lo publicado será descartado, tenido a menos o borrado de la faz del universo del sujeto transmisor es de una soberbia que traspasa los límites de la osadía. Se me viene a la cabeza cualquier imagen, uno de esos memes tan comunes a este ciber-cosmos en el que se asegura que un "Me gusta" garantiza tal o cual consecuencia trascendente. Se me viene a la cabeza uno de esos mensajes interminables al que las faltas de ortografía darían un toque cómico si no fuese porque suelen lanzarse a gritos figurados y con más escozor que una llaga abierta. Se me viene a la cabeza uno de esos avisos amenazantes sobre hacer limpieza de agregados porque no vayan a responder del modo esperado o porque, aunque no se explicite, no les doran la píldora tan a menudo como sus ombligos desean. Es sano hacer limpieza, en eso estoy de acuerdo, pero hacerlo previo anuncio farruco alertando a la congregación de nuestra respuesta extrema en caso de no abrir el pico me parece que es darse una importancia que ni se tiene ni se merece. Pero como nos encanta eso de narrar hasta la trayectoria del último gas emitido por la trastienda esperamos que la Humanidad nos dedique toda la atención que nuestra vanidad necesita, que es, más que mucha, demasiada. Debe ser que, además de mucho tiempo libre, también hay mucha tecla suelta y un hambre atroz de protagonismo. Tampoco es que esté diciendo nada nuevo, es sólo que esta vez me intriga conocer el desenlace del asunto, quiero decir, si hechas las comprobaciones oportunas de quién y quién no participó en los retos, se cumple lo advertido y vacían sus agendas con la consiguiente merma de futuras alabanzas. Me da que ni de Blas. Quién en pleno uso de sus distorsionadas facultades se quedaría sin séquito al que seguir dando la tabarra con sus sentencias, sus frases de baratillo y sus exigencias solidarias. Lo más triste en todo caso sería dejarse chantajear, ceder a las impertinencias de quienes muestran una total falta de respeto por la libertad de los demás a decidir qué hacer y qué no hacer como si fuesen los portadores de una verdad absoluta indiscutible que aún no han comprendido que no existe.

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