El callejón del gato

De nuevo, el centro

Basta con hacer un recorrido por sus calles para ver la cantidad de comercios cuyos escaparates languidecen

Estamos viendo cómo, a pasos agigantados, se está deteriorando el centro de nuestra ciudad. Basta con hacer un recorrido por sus calles para ver la cantidad de comercios cuyos escaparates languidecen hasta que se convierten en un reclamo anunciando su disponibilidad. Lo que hoy se vende en muchos establecimientos comerciales del centro no son productos al consumidor sino el propio local por si hubiera algún valiente que se atreva a abrir sus puertas. La dinámica no parece que vaya en buena dirección, porque cada día que pasa son más las ofertas que la demanda en cuanto al ofrecimiento de locales se refiere. No digo que toda la culpa sea del Ayuntamiento, pero colocar una alfombra roja dese el centro de la ciudad a un centro comercial en las afueras, para conducir a la clientela hasta sus mostradores, no pudo ser más descriptivo. Ahora andan inventado estrategias para ver cómo resucitan al muerto pero cada una de las iniciativas que emprenden, en lograr de aliviar, empeoran la situación. Todo su afán se deriva en la organización del callejero, como si peatonalizar una calle o colocar las señales de tráfico de distinta manera fuera un atractivo suficiente para atraer clientes. En mi modesta opinión, lo que podría aliviar la situación sería darle vida. Aprovechar cualquier espacio público para hacer del centro de la ciudad un lugar de encuentro. Entiendo que no será fácil, pero se podrían dar algunos pasos para corregir errores y emprender algunas iniciativas que a la larga pudieran ser beneficiosas. No permitir, bajo ningún concepto, el desmantelamiento de cualquier servicio público, para convertir sus instalaciones en un edificio con viviendas particulares. La utilización del espacio que ocupa la antigua sede de Correos para ubicar cualquier dependencia de la administración puede ser una iniciativa. Pero lo que sin duda le daría vida, sería que las administraciones apostaran por traer al centro de la ciudad un soplo de aire fresco. Bastaría con que el presidente de la Diputación y el rector de la Universidad, a petición del alcalde, llegasen a un acuerdo para trasladar el rectorado y alguna facultad al conjunto formado por el viejo Hospital y Asilo provinciales. Tengo la seguridad de que la ciudad y el comercio lo agradecerían, pero no veo a nuestros representantes políticos dispuestos a tomar decisiones de semejante envergadura y llevarlas a cabo. Con lo fácil que resulta gobernar cambiando señales de tráfico.

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