Utopías posibles

Luis Ibáñez luque

La obsesión por el inglés

La lengua es un instrumento para el pensamiento. El más importante que tenemos. El lenguaje modela el pensamiento

En el siglo XIII, la lengua de moda era el gallego-portugués. Toda persona con cultura, formada y de determinado status social debía saber desenvolverse bien en esta lengua. Tanto es así, que el rey Alfonso X encarga una colección de canciones dedicadas a la Virgen María y la lengua elegida no es el latín ni el castellano de la época, sino el gallego-portugués.

Actualmente, en Bielorrusia se estudia casi exclusivamente el ruso, no el bielorruso. En la época soviética, las lenguas locales fueron desplazadas por la lengua del imperio. Lo curioso es que esta invasión cultural se mantiene hoy en día. Su lengua nativa está tan infravalorada, que es solo propia de campesinos y personas de escasa formación. Es posible, incluso, que desaparezca.

La lengua no es sino un instrumento para el pensamiento. El más importante que tenemos. El lenguaje modela el pensamiento. Su propia estructura, el uso de formas verbales o palabras que existen o no existen (según los diferentes idiomas), modela una auténtica forma de pensar, de sentir, de comunicarse e incluso de vivir.

Pero aún reconociendo su importancia, el idioma no es más que eso: un instrumento. Actualmente, la lengua de moda es la lengua del imperio. La del imperio comercial: el inglés. Por supuesto que es importante que nuestros hijos e hijas sepan inglés, pero cabe plantearse si el nivel al que llevamos nuestras ansias, no roza el absurdo. Familias que apuntan a sus hijos e hijas a inglés desde los cero años, intentan hablar inglés en casa (cuando su nivel es el de la antigua EGB), e incluso eligen colegio según el nivel de inglés que se imparte.

No se escucha a padres y madres preguntar por la metodología de la escuela, sobre si fomentan el pensamiento crítico, se trabajan bien los valores, se da una perspectiva motivadora de la historia, se cultiva el pensamiento científico, se fomenta la creatividad, o se hacen unas matemáticas cercanas y atractivas para el alumnado. Nada de eso. Sí se escucha, a menudo, que «he inscrito a mi hija en este colegio porque tienen muy buen nivel de inglés». Es muy sintomático que demos tanta importancia a la diferenciación social (utilizando el inglés como excusa) y tan poca al contenido. Será que en nuestra época prima la apariencia y el postureo, sobre todo cuando se trata de demostrar que «somos más» que el de al lado. Como sucedía en la edad media, como sucede en Bielorrusia.

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