Mi primer coche fue, en el año 71 con el permiso de conducir recién obtenido, un Skoda 1000 MB, matrícula AL 21708. Con él aprendí a conducir y, sobre todo, mecánica. Las bujías se engrasaban cada 20 km, y no exagero. A los platinos había que lijarle los contactos cada 200 km. Llevaba incorporadas piezas "del Gordini". Ahí aprendí mecánica de usuario. Y como anécdota que no olvido, al pasar por el último paso a nivel de Gádor, escupía la 3ª.
De ahí me viene mi afición por las reparaciones y, no me entra en la cabeza lo de la obsolescencia programada.
Traigo este tema a colación, porque he leído en Aceprensa un artículo de Helena Farré Vallejo en el que l autor afirma que "cada vez resulta más llamativa la poca duración que tienen los aparatos electrónicos: se desajustan y rompen con más facilidad, no soportan las nuevas actualizaciones, quedan anticuados con gran rapidez. Es lo que se viene llamando la "obsolescencia programada" de los dispositivos y electrodomésticos, cuya reparación -exceptuando en lugares oficiales y autorizados, con un elevado coste adicional- es casi imposible. Pero un movimiento está plantando cara y ganando fuerza: la defensa del derecho a reparar. Es decir, la defensa del derecho a cuidar."
Con lo anterior está casi todo dicho. Pero es que curiosamente hay más: el Congreso estadounidense acaba de poner en marcha el proyecto de "Fair Repair Act", una primera vía para brindar a los talleres de reparación independientes la capacidad de arreglar productos tecnológicos sin tantos obstáculos." O sea, que los americanos quieren que cualquier persona -no solo la empresa que fabricó el dispositivo- pueda acceder a la información, a los manuales, a las piezas y las herramientas necesarias para realizar la reparación, ya sea de un teléfono inteligente, de una nevera o de un vehículo.
En Europa hay iniciativas similares, tales como el Pacto Verde de la UE y el nuevo Plan de Acción de Economía Circular, con el compromiso explícito de explorar el derecho a reparar. Así mismo, el Parlamento Europeo pretende establecer normas más estrictas sobre el derecho a reparar.
¿Por qué?, pues por no tener que tirar aparatos caros por una pieza barata rota, por el aumento de basura tecnológica y la idea de fondo de que, si algo no sirve, si surge un problema, mejor deshacerse de ello que buscar una vía alternativa, como el cuidado y la reparación.
Es decir, por el planeta, por tu bolsillo y como protesta. Pienso que son razones suficientes.
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