El ocaso de María Jesús Montero

20 de julio 2025 - 03:13

Estaba escrito que la financiación de Cataluña arruinaría la candidatura de María Jesús Montero a la presidencia de la Junta de Andalucía. Hasta ahora podía aspirar, como mucho, a mejorar levemente los resultados desastrosos de Juan Espada en 2022 y a impedir que Moreno Bonilla repita mayoría absoluta.

A partir de ahora, ni lo uno ni lo otro. Lo más probable, dada la situación que atraviesa el hombre que le encargó su misión andaluza y el partido irreconocible al que se entregó con su pasión y vehemencia incontenibles, es que ella empeore lo de Espadas y que si el PP-A pierde la mayoría absoluta sea por crecimiento de Vox y no por recuperación socialista.

Montero está pagando como pocos su lealtad bovina a quien la incluyó en su círculo de hierro en el Gobierno y en el PSOE junto a los dos corruptos que han hundido su reputación y su mandato (Ábalos y Cerdán). Malas compañías, sin duda. Ha tenido que tragar con la amnistía –que denostaba, al igual que su jefe– y, en general, con todas las concesiones de Pedro Sánchez a los nacionalismos que lo mantienen en el poder con respiración asistida y a los podemitas y sumaritas con los que gobierna o ha gobernado. Ella, tan socialdemócrata, igualitaria y radical.

La financiación de Cataluña, singular pero presuntamente generalizable, especial pero presuntamente sin agravios, ha sido la puntilla para las expectativas electorales de MJ Montero y para su imagen política. Ella defiende la nueva prebenda a Cataluña sin convicción, porque los andaluces aún recuerdan que cuando era consejera de Hacienda de la Junta promovió un acuerdo unánime del Parlamento en rechazo de cualquier sistema de financiación autonómica bilateral y privilegiado, y sin argumentos –más allá de esa bobada de que ningún socialista permitirá ese desmán, que recuerda al Julio César shakespeariano–, porque no hay experto ni inspector de Hacienda capaces de darle la razón. Y es que no la tiene.

El drama de María Jesús Montero es que mientras más alza la voz para defender lo que sabe indefendible y más la jalean sus incondicionales, más desnuda se queda ante los andaluces y menos seguidores le quedan. Uno de sus días de ascenso le comenté qué valor tienes y ella me contestó que el mundo es de los valientes. Creo que atar su suerte a la de un valedor tan tóxico y oportunista no ha sido valentía, sino temeridad.

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