Qué época aquella en la que hablábamos de la cuesta de enero! Aunque la cuesta de enero es, más bien, un recuerdo de la infancia. Con las tarjetas de crédito la cuesta se trasladó a febrero y, en muchos casos, al año entero. Ahora ya no hablamos de cuestas, sino de olas. Desde marzo casi una por mes.

El guirigay es tal que ya confundes olas y medidas. Mi vecino, el de la ferretería, pasa más tiempo pegando carteles con horarios que vendiendo. Cerramos a las seis, a las ocho y media, a las ocho y hoy otra vez a las seis. Para colmo, tendrá que seguir la evolución diaria de los contagios. No sea que se superen los 1.000 contagios por cada 100.000 habitantes y cierre el comercio, como nos ha asegurado el Presidente de la Comunidad al decir que los datos se revisarán diariamente. Una duda ¿el día que supere los 1.000 cerramos todo y si al día siguiente se queda en 950 abrimos, pero solo para los del pueblo?

No lo sé. Recuerda a lo de vamos a vacunar 24/7. Resulta difícil creer que me toque ir a vacunarme un sábado a las 4 de la mañana. Pero, ya anuncio, si hay que ir voy. Lo que no sé es cuando, porque no encajo en ningún grupo de riesgo como, por ejemplo, alcaldes. Para entender a España hay que leer el Lazarillo de Tormes, dijo alguien. Una vez leído no te sorprende que un alcalde te pida que le des las gracias por haberse vacunado él, en lugar de tirar la vacuna.

El caso es que si la semana pasada comentábamos el nada halagüeño aumento del paro provincial en diciembre, nada mejor podemos esperar de enero. Un mes de por si malo, pues solo en dos ocasiones, enero de 2013 y de 2016, descendió el desempleo. Ya en 2020 y todavía no había pandemia, el desempleo se disparó en enero, haciendo realidad ese aviso continuo de que el mercado de trabajo se enfriaba. Pues si el año pasado se enfrió, no quiero recurrir al chiste fácil del congelamiento de este enero, aunque los precios agrícolas hayan aumentado. La agricultura parece, una vez más, lo que salva la provincia.

Pero ¿y el resto? Lioso. ¿Quién se va a contratar si no sabe si ignora si cerrarán el negocio en los próximos días, o van a cambiar los horarios? La prórroga de los ERTES se sigue negociando y, como cada tres meses, entre informaciones contradictorias que no permiten planificar nada. Eso sin contar con que no se sabe ya si se puede despedir o no. Hay sentencias para todos los gustos, desde la que considera el despido nulo, a la que lo ve improcedente o, la última acepta el despido por causas objetivas. Ya, a estas alturas, solo nos cabe esperar y ver.

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