Carta del Director/Luz de cobre

De olas, turistas y banderas

Quien ha esperado y sufrido un año puede hacerlo tres meses más. La meta está cerca. No la fastidiemos

Con los datos en la mano, la tercera ola se puede dar por amortizada. La tasa de incidencia baja de 200. Las cepas británica, brasileña y sudafricana parece que son controlables y el número de inmunizados crece en la medida que las vacunas llegan y nuevas farmacéuticas se suben al carro de la producción. Hasta aquí todo parece un idilio después de un año de luto, muerte y desesperación.

Pero no se engañen. El virus sigue ahí, acechando, como el lince a un conejo. El más mínimo error cuesta un contagio y si se producen en cadena...los contagios se disparan. Con la mirada puesta en la Semana Santa vuelve la cantinela cansina de la reapertura, de la libertad, de acabar con los cierres perimetrales y toda esta sarta de propuestas que miran a la economía y al bolsillo, pero no a la salud.

Comprendo que los bolsillos se vacían en la medida que los gastos continúan y los ingresos no acaban de llegar. Pero si me dan a elegir, no hay duda de que opto por la salud, por la prudencia y por la paciencia. Quien ha esperado y sufrido un año puede hacerlo tres meses más. La meta está cerca y también una cuarta ola. No la fastidiemos.

Es cierto que echamos de menos los turistas, el bullicio, nuestra forma de vida tantas veces denostada en los últimos años y ahora tan lejana en el tiempo y de tan gratos recuerdos. Seamos realistas y optemos por la calma, por el autocontrol, por la respiración comedida y sin excesos. En Europa están deseosos de que la inmunización alcance a gran parte del rebaño para venir en masa a buscar el sol, la playa, los chiringuitos, la diversión, la primavera-verano que rompe antes nosotros y que nos abre los brazos para que caminemos a su encuentro.

Pero no nos engañemos. Para este idilio aún falta un tiempo. Los meses necesarios que aseguren que los contagios y las muertes serán controlados. Que los hospitales nos puedan atender sin estrés y, a ser posible no pisarlos. Evitemos más dolor.

En medio de esta tesitura, quizá la única que nos debiera ocupar todo nuestro tiempo, aún hay quienes elegidos por los ciudadanos para que solventen , o traten, de hacernos la vida más fácil, se dedican a sus cosas, a las que sólo a ellos les interesan. Porque no me negaran que tener que aguantar en el Parlamento de Andalucía como los no adscritos, llenan las dependencias que ocupan, que pagamos todos, como a ellos, de banderas y pósters reivindicativos, me parte el alma por usar un término benévolo. Tenemos tantos problemas por resolver que nos acogotan, que nos dejan sin resuello, y llegan aquellos a los que hemos elegido y se dedican a "jugar" a sus cosas, sin importarles un rábano que en la calle la gente lo está pasando mal, que la colas del hambre están ahí y que esto, pese a la buena pinta que parece que tiene, aún no ha terminado.

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