Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La paciencia se agota

Sin garantizar una vacunación masiva será imposible reactivar la economía por más parches que se pongan

Esto no va bien, no tiene pinta de arreglarse y se hace ya más largo de lo que se puede soportar. El ritmo se vacunación no es lento, es lentísimo. Mientras, unos y otros se echan la culpa y nadie parece tener la llave para encauzar la situación. Está fallando el suministro y la logística: la primera, en manos del Ministerio de Sanidad y, la segunda, en nuestro caso, de la Junta de Andalucía. En Sevilla, por ejemplo, apenas hay cien mil personas que hayan recibido ya la dos dosis de una población que roza los dos millones. Llevamos ya tres meses desde que se inyectaron las primeras. A ese ritmo tardaríamos unos cinco años en inmunizar a todos los sevillanos. Un despropósito que seguro se palía en parte en las próximas semanas, pero que ni de lejos nos permitirá recuperar un mínimo de normalidad social antes de verano como nos vendieron, no sabemos si por ignorancia o por torpeza, los responsables políticos nacionales y autonómicos.

Con esta tarjeta de visita se nos presenta la cuarta ola de la pandemia, que según los científicos más solventes empieza a manifestarse con fuerza en Europa y que aquí ya se le ven las orejas. Y en un ejemplo de incoherencia que parece sacado de una antología de lo que no se debe hacer, se abren los aeropuertos para que entren a mansalva turistas de los países donde más están subiendo los contagios y se cierran las carreteras para impedir que los españoles puedan desplazarse unos cuantos kilómetros para visitar a un familiar o alejarse un poco de la opresora rutina en la que nos ha instalado el virus. Se trata, claro, de salvar el turismo que es la gasolina con la que funciona la economía del país, pero habría que preguntarse si ceder ahora no es condenarlo a pasar un segundo verano de hoteles cerrados y playas vacías.

El dilema no es elegir entre salud pública y economía. Sin garantizar la primera es imposible que se salve la segunda y los informes que se están emitiendo por parte de las instituciones financieras -el último, el del Banco de España -no dejan de anunciar lo que parece una obviedad: que la situación económica no empezará a remontar hasta que la vacunación se haya generalizado, por muchos parches que se pongan, y vengan, como refuerzo, los fondos europeos que deben actuar como motor de arranque.

Lo peor es que este panorama se enquista sin que parezca importarles demasiado a los responsables de solucionarlo. Y la paciencia, que parece infinita, empieza a agotarse.

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