La tapia del manicomio

Que paguen los pobres

Una vez más constatamos la generosa propensión que tienen los ricos a compartir los gastos de la sociedad

Llleva la economía seis o siete semanas encerrada con un solo juguete: se va a unificar en todo el mundo el tipo del impuesto de sociedades en un 15 %. Lo que nadie dice es sobre qué cuantía se va a aplicar ese porcentaje. Porque, claro, no es lo mismo aplicarlo sobre el beneficio de una sociedad que sobre la base imponible, y en su caso liquidable. Para aclararnos, pongamos un caso más usual como es el impuesto sobre la renta (IRPF). El contribuyente paga sobre sus ingresos totales en un año, restándole unas pequeñas cuantías. Con esa lógica, cualquier ciudadano piensa que las empresas también pagan sobre sus rendimientos, es decir, sobre sus beneficios. En España, ahora mismo, el tipo impositivo es el 25 %, pero la realidad es que las empresas que más pagan apenas llegan a ingresar el 18 % sobre dicho beneficio, y la media anda por el 8 %. ¡Qué lejos de ese veinticinco del que tanto se quejan las patronales!

Queda la mar de mono establecer un tipo unificado, pero seguimos sin saber sobre qué cantidad se va a aplicar. ¿Sobre los beneficios de verdad o sobre lo que queda después de múltiples deducciones y reducciones? Los ciudadanos que pagan el IRPF se imaginarán que las deducciones a las empresas serán parecidas a las que les hacen a ellos, pero cá: al ciudadano de pie le deducen las cotizaciones sociales y poco más. A las sociedades les deducen de los beneficios netos los gastos (hasta las copas que se toman en las reuniones) y encima luego tienen otro cerro de reducciones, con lo que al final pagan ese irrisorio porcentaje, tan lejos del 25 % nominal. La propuesta del 15 % universal viene, además, acompañada por el caramelo de que se va a obligar a pagar impuestos a los GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) en Europa. Eso sí, a cambio de que los países europeos no apliquemos lo que se llama "Tasa Google", que es un pequeño porcentaje sobre las voluminosas ventas que consiguen en nuestro continente. Ahora no pagan prácticamente nada, excepto unos eurillos en Irlanda, Holanda y Luxemburgo.

Una vez más constatamos la generosa propensión que tienen los ricos a compartir los gastos de la sociedad, aunque sea en un mínimo porcentaje de sus descomunales ganancias. Si hay que atender a la sanidad, la educación, las pensiones, las carreteras, etcétera, que paguen los asalariados y los consumidores, que ellos tienen médicos y profesores privados, aviones y yates, y su vejez garantizada en los cayos de Florida.

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