Quiero empezar recordando las palabras del poeta Federico García Lorca: "Democracia es pensar lo que se va a decir, no decir lo primero que se piensa". La palabra es el arte del pensamiento, del entendimiento. Es el caudal mediante el cual se expresa el concepto, es el arte de la comunicación, el camino que el lenguaje establece para llegar a aquellos criterios que son más razonables, es el arma del convencimiento. Con la palabra utilizamos el léxico que construye y fortalece el lenguaje, es el negro sobre blanco que reivindica la libertad de libro; sin embargo estos tiempos postmodernistas la han invadido de un aire de crisis contaminado y putrefacto, al cual no solo ha contribuido la sociedad, sino también la clase política, ávida de cambios insustanciales, acicate de un lenguaje destructivo que presenta un futuro incierto, donde la ecuación, reflexión-comunicación, tan necesaria para la democracia, no presenta un razonamiento justo, no puede presentarse como unidad de intereses creados, ni de acuerdo con las circunstancias que rodean a un determinado estatus social alterando su raíz fonológica, de manera que responda a una lingüística donde se desestima y se abandona la retórica y el buen gusto en post de corrientes Postmodernistas que reivindican la igualdad de genero, incluso ninguneando a la Real Academia Española (RAE); es por eso, que en esta desenfrenada carrera, se exige un regreso al Modernismo, con objeto de recuperar la esencia de la palabra y su verdadero significado; la palabra, no puede esconderse bajo neologismos, metáforas o eufemismos poco claros; en palabras de Victoria Camps quedaría definida asi: "Se manosean tanto y se ven tan falseadas, por la realidad cotidiana que se devalúan antes de que podamos incorporarlas al lenguaje. Por tanto, evitemos utilizar un lenguaje desconcertante; abandonemos la prosa de muy baja calidad, porque no nos aporta más que incertidumbre intelectual, empobrecimiento cultural además de la inseguridad que nos lleva a soluciones de indudable certeza; situación insoportable, cuando no se sabe, no se quiere, o se pretende recuperar la comunicación social y política, de forma enmascarada. Tenemos que cambiar nuestro rumbo, o seguiremos soportando muchas críticas; incluso, sobre las políticas que se articulan alrededor del lenguaje y que en definitiva: "Hablan de lo que les interesa, no dicen nada o lo que dicen no vale para mañana.

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