Desayuno con diamantes

José Fernando Pérez

Los papeles de agua

Siendo un día colmado de las alegrías de siempre y esperando los acontecimientos plausibles que nos han de entronizar a derroteros y designios inexplorados.

Aún en estos momentos, donde la entropía se materializa en forma de marcha deseada dejando un corazón claveteado de alfileres, surge un gesto inimaginable a estas alturas. La luna ya sabe a poco cuando contemplo la sonrisa de quien acude a su revisión programada en la consulta con un preciado tesoro en sus manos.

Son demasiados abriles los que me contemplan pero el gesto vivido en el día de hoy, rosa por definición, se impregna del olor a palosanto. "Papeles de agua" se escurrió entre los dedos de María y ahora forman parte del legado visible del HAR Toyo.

En su entrada, en las salas de espera, en los alféizares… En los sitios más sospechosos de poder contener ventanas que permitan mirar a un alrededor artefactado por designios que martillean diariamente los cerebros, ensordecen los oídos y dilatan las pupilas. Agradecido por su gesto de sonrisa despeinada. Lo que surgió como una apuesta que permitiera unos momentos de aislamiento en medio de la eterna espera que suponen los pasillos de un hospital, se ha convertido poco a poco en un punto de conexión inesperada entre el mismo y sus usuarios. No esperaba este gesto, pero el agradecimiento de disponer, entre los huecos que deja el tiempo, de un pensamiento transcrito en forma de volúmenes de todos los tamaños y colores, se ha visto refrendado por sus palabras.

Libros, a fin de cuenta.

El modelo de lápiz y papel ha cambiado a una dinámica de inmediatez y utilización del 5G; obviando el mensaje escrito y traduciéndolo a una caricatura continuada que precisan de la respuesta inmediata, so pena de lapidación. Ese lápiz y papel evolucionado, encuadernado y dispuesto, se ha convertido en una fuente de inspiración para los usuarios del HAR Toyo, que disponiendo de ellos a su conveniencia, no dudan en llevárselos, leerlos y traerlos de nuevo, aumentando la necesidad que tiene el libro de ser leído, vivir mil vidas y ser útil. Así me lo ha dicho María, mientras me entregaba entre otros, la obra del genial Antonio Gala, que ahora también tiene un lugar entre los nuestros.

"Desnudar un libro y leer a una persona" deberían ser obligatorios, como dijo el poeta.

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