El parado cincuentón

Se cumple este año el primer centenario del documento más antiguo donde aparece por primera vez la Estelada

La gente que, en materia laboral, habla de los buenos tiempos pasados, suele hallarse alrededor de la jubilación. Recuerda con nostalgia cuando el padre salía de la fábrica y los niños jugaban en la calle sin temor a ser atropellados por un coche, para espanto de quienes les escuchan. Así y todo, no me resisto a hacerlo.

En un tiempo en Almería, verano, la cifra de quienes cobraban el paro superaba al de parados. Ejemplo: en agosto de 1998 ese dato fue del 118%. Se explicaba porque el tiempo medio en el que una persona estaba parada era tan corto (un 25% menos de un mes; otro tanto entre uno y tres) que eran tantos los que cobraban el último recibo ya trabajando, sin contar como parados pero sin como beneficiarios, que salían esas cifras.

Son recuerdos de una época desaparecida del que sobrevive un hecho: el abuso de la temporalidad y la recolocación. El mismo trabajador entrando y saliendo del paro hacia el mismo empleo. Al igual que hoy, las empresas que no cesaban a sus trabajadores y estos mismos, pagaban con sus cotizaciones la factura del desempleo de aquellos.

Hoy ¿Es, siquiera, parecida la situación de los parados? Creo que no. La protección por desempleo está pensada para mitigar el daño de no tener empleo, pero choca con la persistencia del paro de larga duración, que convierte a miles de parados mayores de 50 años en desempleados crónicos. Este desajuste entre la intención y la realidad aumenta la desigualdad social en lugar de mitigarla; y amenaza con trasladarla a futuras generaciones, pues se trata de un grupo de parados con hijos en edad formativa que se ven privados de recursos, cuando no obligados a abandonar los estudios.

Los datos de nuestra provincia ilustran mejor esta opinión. Los desempleados que cobran alguna protección son, ahora, el 60% del total, 35 puntos menos que al iniciarse la crisis. Ya les digo, el paro de larga duración, desconocido aquí antes de 2007, afecta a la mitad de los parados y el acceso al empleo -por muy de corta duración que sea- no llega a todos los grupos de edad.

Si nos fijamos en los parados mayores de 55 años, uno de cada cuatro en la provincia supera esa edad, pero el 30% de ellos no tiene ninguna ayuda. Y, más importante, entre los que cobran, el 80% recibe como máximo 430€. De otra manera: si un 14% de los parados mayores de 55 años recibe prestación por desempleo, que es lo primero que se cobra tras perder el empleo, concluimos que casi nueve de cada diez parados mayores llevan más de dos años sin trabajar. Lo de que no se iba a quedar nadie atrás, al final, solo era un eslogan.

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