Un pasado sucio, un mal augurio

Provenimos de un "pasado sucio", y ese pasado, y de modo injustificado, parece ser la fuente de la que mana la división actual

Estoy leyendo Qué hacer con un pasado sucio de José Álvarez Junco. Me costó cierto trabajo encontrar el libro: estaba recién publicado (el pasado mes de mayo) cuando lo compré y no aparecía por las librerías. Leo estos últimos días unas declaraciones de García Margallo que afirma que "volvemos a las dos Españas". Son dos asuntos totalmente interconectados. Y me coincide ahora la lectura con esas declaraciones. Y me pregunto: ¿lleva razón Margallo al hablar de la vuelta a las dos Españas? Y, sea vuelta o no-vuelta, ¿qué presente, o qué futuro nos aguarda? Mal que me pese, y viendo cómo están las cosas, tengo que darle la razón a Margallo. Los denuestos mutuos que se lanzan los grupos políticos, tildando los unos de "fachas" a los otros, y los otros de "socialcomunistas" a los unos, así, sin precisión de ningún tipo, al bulto, no me permiten pensar de manera diferente al ex-ministro. Y es aquí donde entraría el libro de Álvarez Junco. Porque, según reza el título, provenimos de un "pasado sucio", y ese pasado, y de modo injustificado, es la fuente de la que mana la división actual. En su opinión actuamos emocionalmente, y con una gran ignorancia en torno al pasado, dejando de lado lo que pueda ser un acercamiento al mismo basado en un conocimiento lo más objetivo posible no solo de TODO lo que pasó, sino sobre todo de POR QUÉ pasó. Encastillados en sentimientos y prejuicios solo aceptamos del pasado lo que encaja con nuestro sentir, y nuestra memoria de lo que pasó retiene solo algunos fragmentos acordes con nuestros prejuicios que lo único que hacen es reafirmarlos. No ha habido una Comisión de la Verdad, ni un apoyo explícito por parte de autoridades políticas (abriendo de una vez los archivos a los historiadores) o judiciales para esclarecer el pasado. Como dice Alvarez Junco hay una enorme cadena de dificultades que nos impiden aterrizar en un terreno seguro que permita asumir los errores propios, comprender los ajenos y ser capaces de emprender esa nueva convivencia que todos deseamos aunque no parecemos muy dispuestos a renunciar a nuestras "convicciones" y a nuestros "prejuicios". Esto justifica el temor de Margallo. Y como dice Fernando Aramburu en El País, "a menos que vivas cinco o seis siglos no podrás merecer el juicio imparcial de tus compatriotas". Todo esto son malos augurios. Tal vez la lectura de Alvarez Junco ayude a cambiar algo el panorama.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios