Qué hubiera pasado si...

Se repite el "cuando esto pase", ya que no puede volverse al "qué hubiera pasado si…"

El Ministerio del Tiempo es una serie de ficción que juega con la ucronía. Dice el Diccionario que esta es con una reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos. Tomada la historia con un puñado de siglos, o por lo menos de décadas, según convenga a los intereses de los guionistas o al reclamo de las tramas Por eso no es lo mismo reconstruir la muerte de Pedro I, mediado el siglo XIV, tras una guerra civil con su hermanastro Enrique II, para que Bertrand du Guesclin no ayudara a este último, ya rendido en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con Pedro I, muerto de ese modo en Montiel, que hacer intrigas sobre un hipotético asesinato que ahorrara al general Franco la agonía en la cama hasta el postrero y lloroso parte de Arias Navarro. Al cabo, se atribuye a du Guesclin una voluntad especialmente interesada "Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor". Esto es, poco importa tomar partido, ni decantarse por opción alguna, si no es como resultado de un interés o beneficio personal.

Exordio aparte, ¿la pandemia del coronavirus da para la ucronía? Mejor sería que estuviera resultando el argumento de una ficción, en lugar de una durísima realidad susceptible de ser reconstruida con una ucronía. Pero, si se plantea la cuestión así, ya no es el caso del "cuando-esto-pase", sino del "qué-hubiera-pasado-si". Y, entonces, a las fantasías hipotéticas de la reconstrucción histórica se unen las atractivas tramas de las teorías conspirativas y el efecto de las decisiones tomadas con poco acierto o conocimiento. Qué hubiera pasado si en un laboratorio diabólico no se escacharran los reservorios de un microscópico bicho mortífero, dispuesto a hacer una leva mortal por las circunscripciones del mundo, donde el miedo no estaba en el roce de las manos o en la cercanía de los labios. Qué hubiera pasado si en el mercado de Wuhan solo se vendieran baratijas en lugar de bichos mayores, previamente sacrificados para su consumo humano. Y qué si lo que era poco menos que una gripe hubiera quedado en eso, en un trancazo sin necesidad de respiradores, ni mucho menos capaz de llevarse la vida del enfermo en pocas horas o confinarlo, ay, en una UCI abarrotada. O qué si las previsiones de la letalidad del mal del coronavirus no se hubiesen estimado menores que otras infaustas desgracias de la normalidad. Pues que no estaríamos en el aquí y ahora, deseando que una ucronía nos librara de la realidad, a medio camino entre una ficción y un mal sueño.

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