Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Todo por la patria de Instagram

En 1968, cuando la llamada revolución de mayo, Pier Paolo Pasolini, siempre de mente y boca libres y suyas, declaró que él veía pocos proletarios entre los jóvenes de la Sorbona y otros allegados que reventaban París por una causa… que no se sabe bien cuál era. El regista italiano sí era revolucionario, o sea, que promovía con su obra y sus ideas cambios radicales, incluido, por ejemplo, el de estar en contra del aborto siendo de ideología comunista y homosexual. Los chavales que veían el mar bajo los adoquines eran hijos de burgueses de la metrópoli gala metidos a activistas y, con las espaldas cubiertas, caían en la cursilada repleta de pasión. Para Pasolini, los "hijos de pobres", los verdaderos proletarios, eran los policías, y no los de la performance callejera. Aunque el movimiento colectivo desencadenado por el procés aglutina a cientos de miles de personas en la calle -es lo que es-, una cursilería de esencia bastante sesentaiochera genera términos como tsunami democratic, que no puede ser más pretencioso y, lo dicho, cursi; por no decir que poco democrático a la postre. El ombliguismo enardecido es propio del nacionalismo sonriente, otra perla estomagante. A la par que falsa, porque al Dr. Jekyll de la manifa pacífica y masiva de las mañanas de esta semana han sucedido los Mr. Hyde vandálicos de las noches. Donde la excrecencia de la exageración muestra otra cara, una cara niñata, consentida y bastante sonrojante. Narcisismo.

En una foto que hemos visto en estos días, un joven lleva una camiseta donde se lee, con su carga de diseño, Freedom (libertad). En la cara lleva la consabida máscara del bigote pérfido y mosquetero de Anonymous, rayada en los colores nacionales catalanes (que se parecen mucho a los españoles, y les omito los evidentes porqués históricos). Lleva a la espalda una mochila, sin duda de marca. Se lo ve nutrido y con la esbeltez de la edad; muy probablemente es un universitario, que no irá al día siguiente a clase y le dirá a su madre a eso de las dos que él no se puede levantar, haciéndose un Mecano. El retrato es de gran calidad, y en él, el soldado CDR abre los brazos en una pose narcisista. Es narcisista porque a sus espaldas, a unos cincuenta metros, las llamas consumen mobiliario urbano y otros materiales arrimados por la logística del profeta Torra y sus chicos de la gasolina. La foto es buenísima. Y además lo dice todo: mi reino por un buen selfie en Instagram. Mi reino y el reino que haga falta. Lo de patria, cojonudo; pero mi fotaca es mi fotaca.

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