La tapia del manicomio

El perro del hortelano

Mientras en la UE nos la cogemos con papel de fumar, EEUU ya ha puesto en marcha programas por más de tres billones de dólares

El perro del hortelano ni come ni deja comer. No come porque está ahíto y no le cabe ni un bocado más. Y no deja comer porque tiene el poder para impedir que los demás se quiten el hambre. Pues tal que así se porta el Tribunal Constitucional de Alemania en el caso de los setecientos cincuenta mil millones que tiene (tenía) que repartir la Unión Europea entre los veintisiete socios. Según una demanda presentada ante el citado tribunal, tales ayudas atentan contra las leyes constitucionales alemanas. Dicen los demandantes (miembros del partido de extrema derecha, AfD) que se trata de una "mutualización" de deudas de los países europeos y alegan que las leyes alemanas prohíben al país compartir el peso de la deuda con otros Estados. Y ven en ello, como buenos perros de hortelano, una política de «transferencia financiera inaceptable» de «países supuestamente virtuosos en sus presupuestos», hacia países negligentes. Siguen con la matraca de que los del Sur somos unos juerguistas, mujeriegos e insolventes, que queremos chupar del bote de los del Norte, laboriosos calvinistas y morigerados ciudadanos que solo piensan en trabajar y en levantar el país.

El mencionado tribunal germánico se ha dado prisa en paralizar el proceso de estudio y reparto de dineros, dado que la cabra tira al monte por su propia naturaleza: los miembros de la alta judicatura no suelen salir habitualmente de las clases proletarias. Que sepamos en este momento no hay plazo para que el Tribunal se pronuncie, pero mientras tanto en los países que esperan las ayudas el hambre se sigue extendiendo. Ese, naturalmente, no es el caso de Alemania, ni de los chicos demandantes de la ultraderecha alemana ni de la bien alimentada clase pudiente de centroeuropa. Por eso ejercen de perro del hortelano. No se trata ahora de disquisiciones morales que tanto entusiasman a los estómagos llenos, sino de necesidades muy reales: recuérdense las colas del hambre en las grandes ciudades.

Mientras en la U.E. estamos mascando y cogiéndonosla con papel de fumar, EE.UU. ya ha puesto en marcha programas por más de tres billones de dólares. Allí también hay estados ricos y estados pobres y una extrema derecha más poderosa que las nuestras. Pero hay una autoridad federal efectiva y eficaz. Aquí, nuestras autoridades comunitarias podrían hacer lo mismo, pero para ello habría que dotarla de poderes. Si queremos que la Unión Europea sirva para algo. Y, de paso, ser una potencia mundial real.

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