La perversión de la palabra

Vivimos en una sociedad donde los líderes que la articulan, han ejercicio esfuerzo para poder crear problemas de la nada

En estos últimos días, como ya adivinaba Foucault, nos han impuesto un nuevo modelo de justicia, basado en la desinstitucionalización de los tribunales, dotando a factores sociales y culturales, la labor judicial y, por lo tanto, la capacidad de legislar las nuevas leyes judiciales, a través de un tribunal ético y moral que, motivado por los medios de comunicación y lobbies, dirigen y dirimen al pueblo a cómo pensar y cómo actuar.

Vivimos en una sociedad donde los líderes que la articulan, ha ejercicio el esfuerzo suficiente para poder crear problemas de la nada, para que, a posteriori, en un ademán de lucidez, proclamarse como los salvadores de la patria -por si una sociedad no tuviese bastante con los retos a los que nos enfrentamos-. Este es el juego que nos han convidado participar: la mediocridad. La misma en la que ellos están instalados.

Así es como ha enfocado a un elemento fundamental en el control de la masa y al que han denominado "cambiar el discurso" o "adaptar el discurso". En este orden de cosas, la libertad de expresión, cómo no, ha sido una de las primeras víctimas -no importa qué se dice, sino cómo se dice. Aunque sea una auténtica barbaridad.

Quizás, de ahí que, para algunos colectivos, personarse en un lugar determinado en periodo de elecciones para recabar votos o reivindicar algo, suponga una forma de provocación. Y, sin embargo, para otros, asistir a un evento para manifestarse en contra de esa actividad, suponga, por el contrario, una forma de practicar la libertad de expresión, en su máxima expresión y legitimidad democrática. Cosa que aquí nadie pone en duda.

Lo que está claro es que existe una perversión del lenguaje, en una sociedad, la nuestra, donde la calumnia, la falsedad, el disimulo, la quimera y la difamación están al orden del día. Quizás, si existiese un mínimo de voluntad -que no la hay, ni la habrá- podríamos evitar este tipo de tesituras y profesar una libertad de expresión plena. Es decir, tendríamos una capacidad o un derecho de la palabra con responsabilidad. Fundamentando las noticias y la indagación. Alejados de la infamia, la enjundia y la mentira. Todos estos conceptos utilizados como herramientas para seguir controlando la voluntad de un pueblo vetado a la información y al conocimiento, para así poderlo embaucar en las más tristes empresas de la historia.

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