Utopías posibles

El pin de la selva

Suena muy bonito el discurso de la libertad. Es muy fácil de vender y de comprar. Yo también lo compro

Todo, absolutamente todo en la vida tiene un límite. La libertad, también. Lo contrario sería un estado constante de inseguridad, miedo, asesinatos, abusos, violencia, a merced de la voluntad de cualquier persona con la que nos cruzásemos. La ética es una de las pocas cosas que nos diferencian de los animales, ligada a capacidades como la empatía, calcular las consecuencias de nuestros actos, pensar qué nos beneficia más a largo plazo… Sin la ética en las relaciones, no habría nada que nos distinguiera de un león, un cerdo, o una oveja (según el caso). Suena muy bonito el discurso de la libertad. Es muy fácil de vender y de comprar. Yo también lo compro. Y es aún más efectivo utilizar las palabras "familia" y "libertad" en la misma frase. Se nos hace la boca agua. Las dos, nos encantan. Me declaro firme defensor del papel de las familias en la escuela, de su participación, de que entren hasta la cocina, miren, opinen, participen, colaboren, decidan junto al profesorado y al alumnado. Creo que una escuela y una sociedad auténticamente democrática debe construirse tomando la familia como uno de sus pilares fundamentales, y la escuela no puede mirar hacia otro lado, tiene que contar con la voz de madres y padres.

Ahora bien, las familias también tienen que tener límites. De lo contrario, corremos el riesgo de que un padre o madre neonazi (que los hay) tenga todo el derecho del mundo a educar a sus hijas e hijos en el nazismo; a que una familia homófoba (que las hay) tenga todo el derecho a que sus hijos e hijas lo sean; o una familia donde se dé la violencia de género (de las que tenemos constancia, en cifras) normalicen esa situación y sea percibida como algo cotidiano y natural. Por eso es tan peligroso el pin parental que propone la ultraderecha. Nos ha costado miles de años, desde el homo sapiens, construir un mínimo común, como es la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ninguna familia, como ningún ciudadano o gobierno, tiene derecho a cuestionarla. En lo que a valores se refiere, toda nuestra normativa educativa se basa en los derechos humanos (no puede ser de otro modo).

Aviso a navegantes: buena parte del profesorado nos oponemos y nos opondremos siempre, con todas nuestras fuerzas, a este despropósito. Y cuidado con quienes dicen que la escuela no está para cuestiones políticas. Todo es política, todo es ética. Lo más peligroso es negarlo.

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