El pintor ignoto

La reputación del valenciano Asensio Juliá ha subido como la espuma en un tris

Desde que Juliet Wilson y su lugarteniente española andan buscando -aún a costa de inventárselo- algún alumno aventajado de Goya al que endosarle la autoría de los goyas que no les gustan, la reputación del valenciano Asensio Juliá ha subido como la espuma en un tris y varios historiadores segundones se afanan ahora en estudiar su inexistente obra. De Juliá no se sabe prácticamente nada; sucede, por lo general, con aquellos autores tan mediocres que la historia los acaba barriendo cual tornado que limpia lo que nada vale. Nacido hacia 1760 en Valencia y muerto no se sabe dónde en 1832, sólo está documentado su nombramiento en 1818 como director de Ornamentos de la Escuela de dibujo de la Merced, dependiente de la de San Fernando. Era, por tanto, catorce años menor que Goya y hasta la fecha solo se citaba su nombre por haberle servido de ayudante durante la ejecución de los frescos de la Florida. Se aportaba para ello el supuesto retrato de la colección Thyssen que el maestro pintó y dedicó "a su amigo Asensi", de pequeño formato, vestido con bata de pintor y posando delante de una especie de andamiaje que, en el decir de muchos, podría ser el de la ermita. Pese a todas estas buenas intenciones no puede afirmarse concluyentemente que el personaje retratado sea Juliá, ni que fuese ayudante del maestro en la Florida -y mucho menos que cogiese un pincel para dar allí algún brochazo- y, por extensión, que fuese alguna vez su discípulo y ayudante. Lo mismo sucede con el segundo supuesto retrato que Goya le pinta, de mayor edad y con chistera, hoy en el museo Clark. Goya cita a un tal Asensi en una carta a Zapater fechada en 1789, casi una década antes de cuando se supone pudieron colaborar. En cuanto a la obra pictórica de Juliá, puede afirmarse con certeza su autoría en el "Náufrago" del museo de Valencia, donado por el propio artista a la Academia de San Carlos en 1816. Cuadro rematadamente malo y vulgar, cuya técnica y estilo son por completo ajenos a Goya. Por comparación se le atribuyen tres o cuatro más, de tamaños reducidos; uno con un ajusticiado y los otros con escenas militares o alegóricas, todos aún peores que el Náufrago. El "Actor en escena", procedente de los Osuna, que el Prado le atribuye alegremente, es con seguridad obra de Goya de hacia 1790. También el Prado conserva sus dos únicos grabados seguros, que si bien son algo más dignos que su pintura, no dejan de ser obras vulgares, sin rastro de talento. Y eso es todo.

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