Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El pisotón como maniobra coercitiva

Los egipcios mostraban su pericia en el uso del avieso pisotón con la complicidad del árbitro

Alarmante resulta ver cómo en estos Juegos se manejan los árbitros. Es como si todos los días se nos apareciera Mateu Lahoz con su peculiar interpretación de las reglas. En el debut de España, la dureza de los egipcios con prodigalidad de esos pisotones que tanto han arraigado en el fútbol de la hora discurrió impune ante la permisividad del jordano Adham Makhadmeh, que hizo lo vista gorda con su juego subterráneo.

Subterráneo y a cielo descubierto para dejar molidos a pisotones a sus rivales. Por cierto, así como el arbitraje actual es bastante riguroso en el juego aéreo y hasta llega a cómplice de tanto teatro como se utiliza, que hay que ver cómo teatralizan algunos a ver si cobran tarjeta amarilla del rival. Bueno, pues no son tan rigurosos con el pisotón y aquí sí se echa en falta más el auxilio del VAR. Y es que no siempre el pisotón es casual, ni muchísimo menos azaroso.

Propicia el uso del pisotón como arma coercitiva la materia con que se fabrican las botas. Actualmente, la bota de fútbol es como un guante que se adapta perfectamente al pie, pero que está indefenso ante la agresividad de una suela llena de tacos como navajas. Un pisotón con este calzado es muy eficaz en ataque y nulo en la protección del pie que envuelve, de ahí que se use con más frecuencia de la debida a fin de aminorar el ánimo del que lleva la pelota.

Y algo tan de uso corriente se multiplicó en el partido del debut olímpico. Los egipcios daban la impresión de ser expertos en la materia. Expertos y, sobre todo, especialmente certeros a la hora de elegir diana. Pocas veces he visto tantas agresiones de este tipo como antier en Sapporo, de lo que se quejó enérgicamente el seleccionador español. No sé cómo discurrirá el resto del torneo y si habrá muchos como ese jordano que se erigió en cómplice de una cacería institucionalizada.

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