La playa de Pérez Siquier

El carácter de La Playa se cifra en su ironía, su sátira y su mordacidad, cualidades que son genuinas al arte español

C ON frecuencia se ha insistido -si atendemos al aparato historiográfico consagrado a esta serie- en el carácter Pop de sus imágenes. Huelga decir que todas esas apreciaciones se hicieron siempre desde el conocimiento muy fragmentario de esta gran obra fotográfica de los setenta, que ahora hemos publicado por vez primera en su verdadera dimensión. El arte pop, desde que surgiera en Estados Unidos, se caracterizó por lo general, como sucede en las fotos de Pérez Siquier, por un uso vivo del color y una elementalidad estética. Ahora bien, dentro de esa elementalidad, el pop genuino hace alarde de una vulgaridad compositiva, con una despreocupación a la que es completamente ajena la poética expresiva de Carlos. Su fotografía tiene siempre, y muy especialmente en esta cuidada serie, una exquisita sensibilidad estética, un esmerado interés por construir imágenes de elevada depuración formal que son un auténtico triunfo de la belleza. Entronca así con la mejor tradición clásica europea, que incluye también a los grandes creadores de las vanguardias históricas del siglo XX, desde los primeros ismos hasta los informalismos. El pop tuvo en España una escasa implantación; la mayoría de las veces adoptó su vulgaridad estética sazonándola con un pretendido discurso crítico y político desde posiciones supuestamente progresistas, que podía tener cierto sentido en el contexto histórico del tardofranquismo y la transición, pero que era trasnochado y superado, a todas luces, en un contexto global. La Playa de Pérez Siquier, aún perteneciendo al mismo momento histórico, debe desvincularse claramente de esta tendencia, tanto por lo estético como por lo conceptual. Es, en este sentido, un producto artístico mucho más elevado, muy superior, que perdurará como un gran clásico de nuestro arte. El verdadero carácter de La Playa se cifra en su ironía, su sátira y su mordacidad, cualidades estas que son genuinas al arte español y entroncan con la visión goyesca-solanesca de la vida. Palpita aquí la poética del esperpento y una permanente actitud - o tendencia- expresionista. "Hay una masa amorfa que ha copado las playas. Una masa de carne que se nos ha cargado el paisaje… Yo me dedico a vengarme de ellos en mis imágenes con mordacidad y con ternura, buscando las situaciones esperpénticas que muestran ese cierto ridículo grotesco". Bastan estas palabras, pronunciadas por el fotógrafo en 1984, para demostrar cuanto aquí se dice.

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