La tribuna

Iván Garrido Jorquera

El poder de la calle frente al de las urnas

ELactual gobierno de la Generalitat, que a través de diferentes plataformas como la llamada Asamblea Nacional Catalana, ha promovido las dos grandes manifestaciones a favor de la independencia de Cataluña, celebradas el 11 de septiembre de 2012 y 2013 respectivamente, ha aludido en repetidas ocasiones a la legitimidad que desde la calle se le ofrece para encauzar el proceso que habrá de separar a Cataluña respecto al resto del Estado, haciendo referencia a esas dos manifestaciones multitudinarias para legitimar sus propuestas, algo muy peligroso en una democracia donde la legitimidad se obtiene de las urnas, y no de la calle ni de las manifestaciones mas o menos numerosas que se hayan podido llevar a cabo. Enfrentar pues, esa legitimidad democrática que dan los votos obtenidos en unas elecciones libres, con la que supuestamente se pretende obtener de una determinada manifestación puede llevar a un diagnóstico muy equivocado de la situación política vigente. Si nos centramos en las cifras, Esquerra Republicana de Cataluña, único partido que llevaba en su programa electoral la defensa de un estado propio para esa comunidad autónoma, pues CIU no lo hizo, obtuvo en las últimas elecciones autonómicas un 13% de los votos. CIU por su parte, cosechó uno de sus peores resultados, obteniendo el 30% de los escrutinios. Los dos partidos anteriormente mencionados obtuvieron un total de 1.608.633 votos de un censo electoral de algo mas de cinco millones de personas. Aunque esas cifras son poco referenciadas y aludidas por aquellos que defienden la separación de Cataluña respecto del resto de España, prefiriendo optar por otros datos mucho mas controvertidos y volátiles que son aquellas que el mismo gobierno catalán a través de las instituciones dependientes del mismo, plataformas cívicas y medios de comunicación subvencionados (no olvidemos que La Vanguardia ha recibido del gobierno de Artur Mas la nada despreciable cantidad de 8 millones de euros) ofrece de las dos mencionadas manifestaciones habidas con ocasión de la Diada Nacional de Cataluña y contabilizando una participación en las mismas que va desde los dos hasta los tres, incluso cuatro millones de personas. Ante esas cifras las preguntas se suceden precipitadamente ¿Cómo se contabilizan los manifestantes? Pues es fácil cifrar las personas que acuden a una convocatoria electoral, pero no a una manifestación. ¿Cómo se puede llegar a tal número de manifestantes si entre CIU y ERC suman poco mas de un millón y medio de votantes? ¿Acaso todos y cada uno de esos votantes se manifestaron, y además arrastraron con ellos a otro millón de personas? Las respuestas creo que son fáciles de adivinar. Pese a lo expuesto anteriormente no se debe negar que una parte de la sociedad catalana se ha dejado seducir por el ideario independentista, aunque la aceptación de esas tesis rupturistas sea muy desigual según los territorios, y siendo el área metropolitana de Barcelona, que por otra parte es la que acumula mayor población, la menos proclive al independentismo. Así encontramos que en la segunda ciudad con mas habitantes de Cataluña, L' Hospitalet de Llobregat, la suma de los votos de CIU y ERC no superan el 23%, porcentaje que es compartido a poca distancia por la mayoría de poblaciones de ese ámbito geográfico, aunque pocos casos tan extremos como el de Badia del Vallés, una ciudad de catorce mil habitantes y donde esos dos partidos a penas cosechan el 14% del voto. El voto independentista, en cambio, se centraliza en zonas alejadas de los grandes núcleos de población y principalmente en las provincias de Lérida y Gerona, donde tiene su granero de votos y donde la población está, sin duda, mas implicada en el problema territorial que en estas líneas se plantea, pues no se debe olvidar que en zonas de mayoría independentista la abstención electoral es bajísima en contraposición a Barcelona y su área metropolitana, donde las tesis independentistas (quizás debido a que en ella residen la mayoría de los emigrantes llegados en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado) tienen escaso calado pero ante la cita electoral muchas personas deciden quedarse en sus casas y no acudir a votar. Esa manipulación y malversación de la voluntad popular libremente expresada que está haciendo el gobierno catalán nos ha llevado a una peligrosa espiral de muy difícil solución, mas aún habida cuenta del colapso en que se encuentra la política catalana, con un PSC - PSOE descabezado, sin rumbo y con divisiones internas tan importantes que amenazan su futuro en forma de escisión, algo que también está ocurriendo en CiU, donde el sector mas conservador que representa Unió Democràtica de Catalunya, ha sido arrinconado por el sector mas independentista de CiU. El proceso soberanista está dejando muchos cadáveres políticos en su trayecto, habrá de dejar aún muchos mas, pues en Cataluña sólo hay una formación política donde la hoja de ruta es aceptada y asumida por todos representantes: ERC, un partido que históricamente ha sido tremendamente irresponsable cuando ha tenido que ejercer el gobierno, y que no descarta una declaración unilateral de independencia, algo que desde Madrid se ve imposible y lejano, pero que quien conoce de cerca ese partido ve mas que factible si en las próximas elecciones esa formación resultase la mas votada.

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