A dos metros

Ricardo Alba

El poder caníbal

En este canibalismo politiquero nauseabundo no solamente nos sorben el tuétano a los pobrecitos de nosotros, qué va

Uno dejó de tener conciencia de que la función de la política era organizar la convivencia de la colectividad ciudadana, al caer en la cuenta de que la política tiene como objetivo único hacerse con el poder y que los políticos, con el poder cedido por los pobrecitos de nosotros, hacen lo que les viene en gana. Por ejemplo, colocar a dedo a RM Mateos al frente de la RTVE, o repartirse entre PSOE y PP el Consejo de Administración de la antedicha Corporación. O, por poner, prorratearse el Consejo General del Poder Judicial. Y así de seguido, hasta haber bien colocado al personal perrunamente fiel a la causa. Llegado al juicio de que el pueblo, los pobrecitos de nosotros, no mandamos una higa sino que son los partidos políticos los que nos manosean, que quien corta el bacalao en los partidos es el 'aparato', que unos pocos dirigentes se adueñan del 'aparato', al final tenemos, como dice en resumen el catedrático Alejandro Nieto, que "ahora el Estado está ocupado por el partido socialista, éste por el aparato del partido a su vez dominado por los cabecillas, de tal modo que unos se desplazan a otros con el resultado de que Pedro Sánchez domina el Estado a través del partido socialista. Y esto es la partitocracia". Aparte de dominar el Estado, al menos de momento, podría decirse lo mismo de Abascal, Arrimadas o Casado en estricto orden alfabético. Bien, y de lo nuestro ¿qué? Nada, de lo nuestro nada. Seguimos dócilmente manipulados, programados. No reflexionamos, mejor, no nos dejan reflexionar, un escándalo sucede a otro que inmediatamente es sobrepasado. Los políticos se lanzan sapos y culebras en el Congreso, en las televisiones, da igual el lugar y/o el motivo, son puras apariencias. Nos han comido el cerebro. El asunto es que no pensemos, no sea que revisemos sus plumeros. En este canibalismo politiquero nauseabundo no solamente nos sorben el tuétano a los pobrecitos de nosotros, qué va. Los 'aparatos' políticos son tan vorazmente insaciables que se engullen entre ellos mismos, eso sí, siempre bajo el mismo mantra: la regeneración, el bienestar, la ética, la estabilidad, bla, bla, bla… Ni caso, una y otra vez se repite la simple operación de arrebatar sillones, de mamar del bote, de hincharse la tripa con un buen potaje de Poder tras el correspondiente puchero de potingue. Acabado el festín toca chuparse impúdicamente los dedos. Después, una cabezadita porque, total…

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