La era del prejuicio

Dijo una vez Albert Einstein que era más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio

Amén de convivir con grietas y variaciones a diario, es preciso detenerse y pensar en los acontecimientos que nos rodean. Por ello, encuentro que este momento histórico es un lapso inconsciente. Ante la ausencia del pensamiento crítico y autónomo, las ideas se construyen de una forma no controlada donde es tremendamente fácil encontrar visiones y versiones distorsionadas de la realidad. Por eso digo que es un momento inconsciente de la historia, infantil. Y como consecuencia de esto surge la formación de prejuicios, de ideas preconcebidas, de opiniones con intereses perniciosos. Muchos son los culturetas, sin autocrítica, que caen en el error del odio y del radicalismo por defender mitos y emblemas de otra época; aunque también los hay que han construido una sociedad de nuevos tabúes, donde no es posible el dialogo. No es posible hablar en público sobre el género, sobre la inmigración, sobre la discriminación positiva o sobre la apropiación de las estructuras escolásticas por parte de los partidos políticos en el terreno moral y ontológico; no es posible hablar con libertad sin ser tachado con calificativos ofensivos; no es posible conservar amistades a consecuencia de mostrar libremente las opiniones. El prejuicio se ha apoderado de la sociedad al igual que la mediocridad. Y el pensamiento libre se está oscureciendo y situando en los márgenes. Los nuevos radicalismos brotan y el ardor por el conocimiento y la moderación intelectual se ningunean tristemente. Este es el momento de las ideas preconcebidas, de las antipatías personales, de las intolerancias y de las evaluaciones sociales con negatividad; también lo es de los juicios morales públicos basados en cuestiones emocionales y de manera anticipada. De igual manera es el momento de las exclusiones ideológicas, de los estereotipos, de los sentimientos de desprecio por lo no común, y de los brotes de violencia verbal falsamente justificada. Dijo una vez Albert Einstein que era más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Corremos un grave riego si no tomamos parte. Cada uno de nosotros debe pasar por la autocritica y erradicar de nuestro interior cualquier atisbo de prejuicio para no caer en la repetición de la historia. Debemos dejar de argumentar inconscientemente sobre nuestro entorno y actuar con honradez intelectual; tolerando al opuesto, y salvando los vínculos emocionales.

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