El callejón del gato

Un presidente con Máster

Tuve muy claro que los compromisarios le enmendarían la plana a los militantes

E STÁN los populares con la elección de Pablo casado por los tres mil compromisarios con licencia para participar en el Congreso celebrado el fin de semana, como si hubieran sido los descubridores de la democracia. Admitamos que, acostumbrados al dedazo, hayan dado un paso, pero todavía les queda mucho camino por recorrer para que el presidente del partido sea elegido directamente por la militancia, sin pasar por el filtro de notables que tienen la última palabra. Si analizamos el proceso, el primer percance fue la ridiculez del censo que se pregonaba en ochocientos mil militantes y se redujo a sesenta mil escasos. Ello no obstante, los participantes en la primera convocatoria, donde muchos eran militantes de base, salió vencedora Soraya Sáez de Santamaría que tendría que competir en una segunda convocatoria con Pablo Casado que había quedado en segundo lugar. No tengo reparos en apuntar que tuve muy claro desde el primer día que los compromisarios le enmendarían la plana a los militantes de base, porque en los partidos políticos es pura evidencia que los intereses "públicos" de las bases no suelen coincidir con los intereses "particulares" de las élites cercanas al aparato. Les faltó tiempo a los perdedores para constituir una alianza contra Soraya, una dirigente a la que no se le atribuye contacto alguno con los casos de corrupción, la verdadera lacra del PP, que han dado lugar a la moción de censura y a la salida del Gobierno de Mariano Rajoy. Una dirigente cuyo nombre no aparece, ni de rebote, en los casos de corrupción que han proliferado en el PP, que nunca ha dado la cara por los corruptos ni en persona ni en diferido, no parece que sea la más idónea para presidirlo, según estiman sus adversarios. Han preferido apostar por Pablo Casado que no es trigo limpio aunque, por su puesto, sus manejos académicos no sean comparables a los desfalcos millonarios de otros compañeros. Pero algo es algo, como si fuera mejor un dirigente del partido al que, llegado el caso, se tenga cogido por los cataplines, por lo que pudiera pasar. El nuevo presidente del PP comienza su andadura con la sospecha de haber hinchado su currículo académico y con un máster en la URJC de similares características del que provocó la caída de la señora Cristina Cifuentes. Su caso está pendiente de una imputación y pudiera ocurrir que se demostrara que la URJC le regalara el título por la cara y, tarde o temprano, tuviera que hacer la maleta.

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