Editorial
Congreso del PSOE: manual de resistencia
Creo que lo he soñado u oído, pasaje borroso de la memoria que se sustituye por nuevos sucesos que instantáneamente se borran y reemplazan por otros diferentes, como una cinta donde todas las imágenes son como datos momentáneos en la memoria RAM del cerebro, que cuando se apaga ya no aparecen nunca más. Creo que he escuchado que van a poner un carnet para adultos para que puedan acceder a las páginas web porno, con un límite de visitas al mes. Cercanos a que la inteligencia digital domine nuestras vidas y nos quite los trabajos, por ejemplo, escribir este artículo, la medida es coherente. Como digo, la inteligencia artificial escribirá mis artículos y yo podré ir tranquilamente mientras a una playa púdica y pasarán los cuerpos en bañador sin que mi mirada se fije en ellos, sin que repare nunca en senos o traseros, caras o rostros. En el mundo de la perfección de la moral, la privacidad y la discreción será la norma y solo los sucios obscenos consumidores de porno inmoral desperdiciarán sus vidas mirando porno en habitaciones oscuras, con la persiana bajada y las puertas cerradas para que nadie sepa de su ominoso vicio. Sólo lo sabrá el estado, que en electrónicos impulsos quedarán registradas sus visitas y accesos a estas abominables páginas, que por insistencia en proteger de ellas a los menores, se restringirán a los mayores. Recortando el acceso a tales páginas ignominiosas y recatando la lujuria, los mayores y quien sabe si algunos menores no tan menores, tendrán que recurrir a los obsoletos dvds que aún se venden en gasolineras y kioscos de prensa, y tendrán que buscar ese reproductor que ya no recuerdan si sigue existiendo y/o se vende, con lo cual ese nauseabundo pecado podrá reiterarse más allá de la cartilla de racionamiento largamente esperada por las mentes ultraprotectoras. Y se volverán a las revistas de desnudos, que celosamente los padres ocultarán en algún cajón y que los menores descubrirán, curiosos investigadores del origen de la vida. La gente necesita protección sobre aquello que, básicamente, no genera impuestos, disfrazándola de protección a sus hijos y poniéndole puertas al campo de la imaginación calenturienta y las mentes sucias sobre cuerpos y actos censurables. Dicen que el porno distorsiona la sexualidad, como el arte y Pasolini. Un carnet de visionados máximos al mes de las películas de Pasolini, y ya puestos también de Buñuel.
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