Utopías posibles

El profesorado invisible

Hay docentes que en septiembre trabajan todas las tardes, noches, madrugadas y fines de semana organizando su centro

Iñaki ¿Estaría usted dispuesto a trabajar durante quince días seguidos, sin descanso en el fin de semana, doblando o triplicando el tiempo de trabajo de su horario habitual, sin recibir ningún beneficio económico o de cualquier otro tipo? ¿cuánto tiempo de fines de semana, tardes, noches, puentes e incluso vacaciones está dispuesto a quitarle a su familia y a sí mismo? Hay cientos, tal vez miles de docentes de los que nunca se hablará. No se reflejan en las estadísticas. Los políticos los ignoran, en parte porque no son conscientes, en parte porque prefieren no sacarlos a la luz. No figuran en los informes de la OCDE ni en las investigaciones de ninguna universidad. Me estoy refiriendo a quienes hacen que el barco eche a andar, solucionan los problemas de las familias y del alumnado, hacen que nuestro sistema sea más amable, más inclusivo, más comprensivo con las situaciones, peticiones y casos particulares que se presentan.

Hay docentes que en los primeros días de septiembre trabajan todas las tardes, noches, madrugadas y fines de semana organizando su centro. Es imposible que el día 15 de septiembre se empiece con normalidad, si no es usando los tiempos de descanso y vida personal de una parte del profesorado. En Secundaria, el puzle es especialmente complicado: optativas que se van incrementando progresivamente hasta 2º de Bachillerato, religión (o religiones) y valores éticos, grupos bilingües y no bilingües (mezclados, o independientes), desdobles, refuerzos, Programa de Mejora de los Aprendizajes, Formación Profesional Básica, atención al alumnado con necesidades educativas especiales, distribución de alumnado repetidor o con problemas de convivencia…

Sin embargo, ¡Ay de aquel profesor o profesora al que le falte un solo papel requerido por la administración! Caerá sobre él o ella todo el peso y la presión del sistema. No se tendrán en cuenta todos los esfuerzos realizados por la mejora real de su centro y su aula. Ni una buena parte de las familias, ni del profesorado, ni mucho menos la administración, reconoce esta labor. A quienes lo hacemos, solo nos queda la satisfacción del trabajo bien hecho y de haber puesto todo nuestro empeño y nuestro tiempo para que las cosas funcionen. Hay que decir alto y claro que sin este trabajo extra el sistema se derrumba por completo. Y que nunca pediremos reconocimiento, pero al menos no nos pongan piedras en los zapatos.

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