Ser propietario

Ser propietario exige medir mis posibilidades antes de embarcarme en nuevas aventuras

Leí una verdad como un puño en un contexto por el que no siento ninguna simpatía. Se afirmaba con grandes letras, con mayúsculas, que el ámbito de la sanidad, o el ámbito de la educación, y así sucesivamente, es propiedad del pueblo, de todos. Me parece indiscutible. Y si todo eso, junto con las carreteras, el ejército, o las embajadas, son propiedad de todos, si nos pertenecen a todos, está claro que aquellos que están dedicados a decidir sobre tales predios, elegidos normalmente por nosotros mismos, son como si fueran empleados nuestros. O sea, son nuestros "administradores ", siendo su función seguir nuestras instrucciones para que nuestras propiedades no sufran menoscabo, o las modifiquen de acuerdo con nuestros intereses. Eso venía a decir el texto al que aludía. Pero eso no es todo. Porque "ser propietario" implica una serie de obligaciones que no debemos dejar de lado. Cuidar de tales bienes, por ejemplo, debe ser una de nuestras mayores preocupaciones. Por otra parte, el mantenimiento de mi propiedad debe recaer sobre mis espaldas. Pero sobre todo, debo tener una actitud racional sobre la transformación de mis propiedades o sobre la adquisición de nuevos bienes. Debo medir cuáles son mis posibilidades antes de embarcarme en nuevas aventuras. Y si fuerzo a mi administrador a construir o comprar lo que está fuera de mis posibilidades pueden pasar dos cosas: si el administrador, que conoce el estado de mis cuentas, se niega a atender mis demandas, si le reprocho o le regaño ¿sería una actuación razonable? Si solo puedo comprar un utilitario, pero me empeño en adquirir un yate que difícilmente podré pagar, ¿le reprocharía a mi administrador que se negara a adquirirlo? Y si no me pone pegas y sigue mis instrucciones y luego me veo en grandes dificultades ¿sería razonable que culpara al administrador por haberme hecho caso, haciéndole responsable de mis dificultades? Habría que poner en este contexto muchas de las reivindicaciones de las que abundan en nuestro mundo. Ante esas reivindicaciones habría que distinguir dos niveles. Por una parte, la necesidad o conveniencia de satisfacerlas. Por otra parte, las posibilidades reales (sobre todo económicas) de llevarlas a la práctica. Que dos hospitales completos sean mejores que dos tres/cuartos de hospital, es claro. Y tres hospitales completos, mejor todavía. Pero exigir dos, ¿es lo más razonable dada nuestra situación?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios